Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

60 años

No es el momento de dar pasos atrás sino de seguir adelante, acaso impulsada por aquellos 6 países fundadores

Ayer se cumplieron 60 años de la firma del Tratado de Roma, por el que se creó la Comunidad Económica Europea. No se ha celebrado demasiado porque en este momento no hay mucho que celebrar. Sin embargo, no podemos olvidar la importancia del momento. En Roma, hace 60 años, se inició una experiencia única en el mundo, sobre la que ahora se duda pero que merece ser mantenida y reforzada. Seis países europeos crearon una organización supranacional, a la que cedieron competencias constitucionales para que las ejerciera con instituciones propias: un Parlamento, su Consejo, como reunión de Estados o un Tribunal de Justicia, para garantizar que se aplicara lo establecido en el Tratado y lo acordado por esas instituciones. Pronto, este Tribunal impuso la primacía de las normas europeas sobre las aprobadas por los Estados en las materias atribuidas. El objetivo de esa primera Comunidad económica era garantizar que las personas, los capitales, los bienes y los servicios pudieran transitar por estos países como si no hubiera fronteras, como si fueran un solo país.

Pronto se advirtió el éxito de la iniciativa y ello la hizo crecer en todas sus dimensiones. En la cuantitativa, se fueron adhiriendo nuevos países hasta llegar a los 28 actuales y se fueron incrementando las materias atribuidas a través de distintas reformas de los Tratados. En lo cualitativo porque lo que empezó siendo una unión económica quiso convertirse también en una unión política, en la que se reconociera el estatus de ciudadanía europea.

Ese proyecto de unión económica y política de Europa está en crisis, como sabemos. Su actuación durante la crisis financiera ha sido justamente criticada pues se ha advertido que, por un lado, carecía de los medios adecuados para abordar la situación, y, por otro, no se había creado la cultura de la solidaridad necesaria en cualquier proceso de integración. Además, después de muchos procesos de adhesión va a sufrir en los próximos años la primera salida con el Brexit. Por otro lado, la eurofobia ha crecido exponencialmente en Europa alentada tanto por la extrema derecha como por la extrema izquierda.

En estos momentos de crisis existencial, reivindico la importancia del proyecto de integración europea. Europa sólo podrá ser un actor relevante en el mundo si actúa unida. No es el momento de dar pasos atrás sino, al contrario, de seguir adelante, acaso impulsada por aquellos 6 países fundadores. A ellos debe unirse en ese impulso el otro gran país europeo que no estaba presente en Roma porque se hallaba entonces en las tinieblas de una dictadura: España.

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