La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

No aprendemos

Nada tiene que ver la impunidad del poderoso con el ADN español. En Islandia ya han 'perdonado' a sus políticos

En la campaña que acaba de lanzar Correos para captar al público joven, y convencerlo de que recibir un paquete no es incompatible con la galaxia digital, cabemos todos: desde los que dejan las compras en Amazon pendientes de la vecina del quinto hasta los que viajan un fin de semana a Granada y regresan a casa diciendo "Graná". Una buena dosis de humor, una pizca de sarcasmo y mucho de ese deporte, tan nuestro, que es reírnos de cómo los demás (nunca nosotros) hacen el ridículo.

Son anuncios amables, divertidos y cotidianos que se deslizan en un tono constructivo que huye justamente de esa otra pasión tan española que es mofarse de las desgracias ajenas y llevarlo todo a una escala de sobreactuación que roza el fatalismo.

Siguiendo esa clave de drama moralista, hasta hace sólo unos días hubiera continuado la campaña con algo tan nuestro como la corrupción y ese empecinamiento popular en salvar a los delincuentes. Me refiero a los políticos, pero también a los banqueros y a los famosos que flirtean entre la prensa rosa y los periódicos de color salmón.

Pues resulta que nada tiene que ver la impunidad del poderoso con el ADN español. En Islandia no sólo han perdonado a los dirigentes que los llevaron a la ruina; les han devuelto sus privilegios y los están volviendo a votar para que, democráticamente, recuperen sus sillones y su prestigio. Son supervivientes de la política. Fueron acusados de evasión fiscal, conflictos de intereses o mal gobierno y ahora resucitan gracias a las urnas. Uno de los casos más sonados es el del actual líder del Partido de la Independencia: Bjarni Benediktsson, miembro de una de las familias más ricas e influyentes del país, dimitió como premier hace dos meses envuelto en los Panama Papers. En las elecciones del pasado 28 de octubre, su partido fue el más votado y no se descarta que consiga sortear los escándalos y vuelva a gobernar con la ayuda de otro amnistiado. Sigmundur Gunnlaugsson, líder del Partido Progresista, se convirtió en primer ministro en 2013 y el año pasado tuvo que dimitir tras conocerse que tenía una sociedad en las Islas Vírgenes. Presentador de televisión de profesión, con una escalada de vértigo en la política, ha roto todos los pronósticos y acaba de conseguir 7 diputados...

A punto de cumplirse una década del estallido de la crisis, la revolución social de Reikiavik es un espejismo. Geir Hilman Haarde, uno de los dirigentes que fue condenado por llevar a Islandia a la quiebra cuando estalló la burbuja financiera, es ahora el embajador en USA... No aprendemos. Y lo triste es que ni siquiera es algo tan nuestro.

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