Crónica Personal

Pilar Cernuda

El asunto nuclear

ZAPATERO prometió cerrar Garoña y, a pesar del informe de los expertos del informe de la Junta de Seguridad Nuclear, da a entender que va a cumplir su promesa y cerrará Garoña, no permitirá que continúe abierta diez años más, como aconseja ese informe.

El presidente apuesta por la política antes que por la conveniencia, no quiere molestar al dragón, al sector ecologista más radical, pretende imponer los principios de la izquierda caduca, la pasada de moda, y de momento -ojalá se imponga finalmente el sentido común- prefiere dejarse llevar por sus ideas y por sus promesas, no vaya a ser que su imagen salga más perjudicada de lo que ya está y pierda encima el voto de los que tienen ideas muy fundamentalistas sobre el futuro energético. No hace caso de voces tan sensatas como las que elaboraron el informe, voces expertas, pero tampoco escucha las de personas del socialismo actual, aunque formaron parte del gobierno socialista hace veinte años, como pueden ser Solana, Solchaga, Almunia o el propio González, que saben perfectamente lo que se cuece en el mundo, lo que no se puede decir de Zapatero. El presidente está empeñado en cerrar Garoña ya, ahora mismo, y si alguien no le obliga a entrar en razón, se cometerá un disparate descomunal.

Por muchas razones. La primera, porque sin la energía nuclear es imposible garantizar el suministro energético. Todos los expertos, sin excepción, incluso los que más recelos muestran hacia lo nuclear, aceptan que es una energía indispensable, insustituible. Hay que buscar fórmulas mixtas, sólo así hay solución.Y además España está obligada a cumplir el compromiso alcanzado en Copenhague, el que sustituyó a los principios de Kyoto: en 2030, los países firmantes deben contar con un tercio de energía nuclear, un tercio de renovables y un tercio de energía de origen fósil. Obama - al que tanto admira Zapatero-ya anunció que asumía ese principio, como lo harán los dos países emergentes que más preocupan en el mundo, China e India. Por tanto, es imposible mantener la cerrazón hacia la energía nuclear. Es más: para asumir Copenhague, España necesitaría abrir de siete a nueve reactores más, exactamente el doble de los que tenemos ahora.

No está el mundo como para aceptar con buena cara a gobernantes que se someten a conceptos trasnochados. Lo que hay que hacer, lo que hacen los políticos sensatos, es trabajar para garantizar el suministro actual y el futuro y que se cumplen todas las garantías de seguridad, eliminación de residuos y mecanismos de control. Porque esa es la clave, y es lo que preocupa a los que de verdad piensan en lo que hay que pensar. Hablemos en serio de energía, y no vengamos con argumentos pasados de moda.

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