... O no

Rafael / Díaz Vieito

¿Se atreverá?

EL Estado de las Autonomías tiene, para muchos políticos socialistas andaluces, una virtud extraordinaria. Si las cosas vienen bien dadas el mérito es propio, y si los datos son malos o la coyuntura se pone fea la culpa es de Madrid y de las políticas de derechas del Partido Popular. Es un clásico. Andalucía soy yo, cuando las cosas van bien y la culpa es de la derecha cuando van regular: reconozcamos que la habilidad para conseguir que eso se lo crea una importante mayoría de votantes es, o más bien era, proverbial. Y en eso a Susana Díaz no le gana nadie.

Su negativa rotunda -facilitada, eso sí, por la posibilidad de pactar con unos Ciudadanos extremadamente obsequiosos con el PSOE andaluz- a pactar con Podemos su investidura como presidenta, me tiene desde entonces sumido en un profundo síndrome de Estocolmo que me dificulta criticarla, pese a que consintiese por acción u omisión pactos como los de Córdoba o, y esto sí es imperdonable visto el comportamiento y la gestión del sujeto, el que aupó a un demagogo de tercera a la alcaldía de Cádiz. Pero, aunque le reconozco el mérito indudable de defender sin miramientos la unidad de España y de rechazar el apoyo de los populistas, en la presente situación de incertidumbre e interinidad está defraudando las expectativas y corre el riesgo de acabar mostrándose como una política resultadista, que busca más su interés político personal que el colectivo y que no acaba de atreverse a presentarse como lo que parecía que iba a ser y que ella misma proclamaba, la piedra sobre la que el PSOE se refundase y que permitiese tener en España algo esencial hasta para los que no somos de izquierdas: una alternativa izquierdista razonable, socialdemócrata y europeísta. Cosa que si el PSOE insiste en el coqueteo con Podemos puede volatilizarse.

Susana Díaz debería ser valiente, reclamar de una vez el liderazgo del PSOE y ejercer la oposición al único gobierno posible hoy, que es el de Mariano Rajoy. Si ella no quería ser quien lo plantease, ya ha conseguido su objetivo: Felipe González lo ha dejado más que claro, pese a que Pedro Sánchez y sus secuaces parecen no haberlo entendido -estoy seguro de que ella sí-. Seguir amagando y no dando acabará por dejarla en fuera de juego en su partido. Y, analizados los resultados electorales del pasado 26-J, es más que probable que los votantes andaluces la dejemos en fuera de juego en términos de poder en las próximas elecciones autonómicas.

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