Alguien dijo que los diamantes son los mejores amigos de una mujer, pero claro está que no todas las que lo desean pueden tener uno. Algunas, con suerte, se conforman con pasear entre los brillantes de Tiffanys, que en la ciudad de los rascacielos es uno de esos lugares de visita casi obligada, otras, que no llegaron a cruzar el charco, o que lo cruzaron a la inversa buscamos entre las joyas, de andar por casa. Lo importante, sea cual sea el brillo de la alhaja, es que el que la lleva se sienta como Audrey Hepburn.
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