Torres Hurtado inició su primer mandato en 2003 con un propósito muy definido: reconciliar a Granada con la familia Lorca y conseguir traer a la ciudad el legado del poeta. Lo logró en parte: impulsó el Premio Lorca, creó un amplio programa teatral y hasta consiguió lo que los anteriores alcaldes no lograron: llegar a un acuerdo con los herederos para ubicar el futuro Centro Lorca en unos terrenos municipales de La Romanilla. En 2007 se firmó el gran acuerdo y el vanguardista -y millonario- edificio se construyó. Hasta aquí la parte feliz. Luego llegaría el escándalo, los problemas de gestión y los desencuentros. Hasta tal punto que el epílogo de la relación del equipo del PP -incluido Juan García Montero- con Laura García-Lorca fue de un absoluto enfrentamiento y una amenaza directa de la ciudad de recurrir a los tribunales para cumplir el convenio que permitió levantar el edificio con la llegada del legado. Paco Cuenca lleva un año en la Alcaldía y su propósito es tan firme como lo era el de Torres Hurtado. Confiemos en el que el resto de la historia no se repita.

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