crónica personal

Pilar Cernuda

Las buenas noticias vienen de fuera

MIÉRCOLES de euforia, con el Íbex (que registra la cotización de las empresas más potentes) manteniendo su línea ascendente y la prima de riesgo el descendente.

La mayoría de los españoles no saben qué significa exactamente esa prima y por qué pone de los nervios a los gobernantes, pero sí entienden que es una gran noticia que en pocas días haya pasado de 600 a 400, que es lo que ha ocurrido.

Si se les preguntan las razones de esa bajada probablemente no conozcan la respuesta, y se asombrarían ante el dato de que hay que buscarlas fuera de nuestras fronteras: el Banco Central Europeo aprobó días atrás la posibilidad de comprar deuda española siempre que lo solicite el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional ha expresado su respaldo a esa decisión y su directora, Lagarde, ha pedido que el FMI participe en esa operación.

En el último capítulo, el Tribunal Constitucional alemán ha dictaminado que el papel que debe jugar Alemania en esa compra, en ese rescate -aunque al Gobierno español le repele la palabra- es perfectamente constitucional aunque ha puesto límite a la cifra que se puede comprar, 190.000 millones de euros.

Entre medias, varios dirigentes de la Comisión Europea han declarado que el Gobierno español está haciendo bien los deberes y sobre todo han dicho que en el caso de que Rajoy solicite ese rescate al que no quiere llamar rescate, el presidente español no tiene que aprobar nuevos ajustes y recortes, puesto que está cumpliendo con su trabajo. Incluso el comisario socialista Joaquín Almunia se ha expresado en esos términos.

Todo eso indica que nuestra dependencia hacia decisiones que se toman fuera de España es absoluta. Nos ponen límites y fijan criterios, pero además de ello, incluso si se hacen los deberes como dicen en Bruselas que estamos haciendo, nuestros índices económicos no los pueden marcar las políticas que marcan Mariano Rajoy y Luis de Guindos, sino diferentes instituciones con sede en Bruselas, Fráncfort, Washington o Berlín.

Las cosas así, sólo queda cruzar los dedos para que por ahí fuera valoren el esfuerzo español y nos den el premio que merecemos. Visto lo visto estos últimos días, está claro que a las dos cifras que quitan el sueño a los economistas, el Íbexy la prima, no están en la mano de Rajoy para meterles mano. Sus iniciativas ayudan a controlarlas, pero las decisiones que las hacen subir y bajar se toman más allá de nuestras fronteras.

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