Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Se buscan quijotes

Necesitan Sanchos honestos que sigan los consejos del caballero de la triste figura para poder gobernar con justicia

Cuatrocientos y un año después de la muerte de Cervantes tenemos que recordar la vigencia que tienen los personajes del genial escritor, en especial su universal Don Quijote, prototipo de los que han luchado y luchan a través de los tiempos por los derechos de los demás, sin reparar en los perjuicios que puedan ocasionarle su batalla desigual contra los gigantes corruptos y los pícaros que se ocultan en sus molinos de viento, demasiadas veces con etiquetas políticas y dignidades sociales. Hoy, estos Quijotes son más necesarios que nunca y no deben limitarse a los que forman los cuerpos de seguridad del Estado, jueces y fiscales, sino a la propia sociedad cuando sola o apoyada en otros ciudadanos sale a la calle a luchar por los derechos que les arrebatan los gigantes, sordos e imponentes, seguros que las aspas de los molinos en los que se atrincheran harán volar a los caballeros y damas andantes que se atrevan a cargar con sus lanzas inofensivas contra sus fortalezas de poder.

En un país en el que se producen tantas tropelías contra los intereses de los más débiles hay que buscar Quijotes que luchen por los derechos colectivos, aunque no saquen rédito personal de sus aventuras o desventuras -a ser posible que no enarbolen banderas políticas que siempre ocultan intereses espurios y personales- e incluso con el riesgo que los tomen por locos. Gente que sean capaces de enamorarse de Dulcineas modestas que elevan a la categoría de símbolos altos del amor. Gente honesta, como son la mayoría de los que viven en la ínsula Barataria, que necesitan también Sanchos honestos que sigan los consejos del caballero de la triste figura para poder gobernar con justicia y defensa de los derechos de la gente, y no para enriquecerse ni alcanzar las comodidades del poder, ocultando sus verdaderas intenciones en palabras falsas, mentiras, payasadas constantes, que superan las inofensivas de los bufones del reino, porque no están pensadas para hacer reír, sino para engañar.

Don Quijote es un ideal universal de la búsqueda de la justicia y la defensa de los débiles, cosa que, ayer, como hoy, puede confundirse con locura o fracaso, incluso con riesgo de ser manteado o apaleado por la misma gente que defiende. Y Sancho, que es la cordura popular, es capaz de gobernar una ínsula sin afectaciones ni bolsas ocultas o 'cajas b' con la que llenar faltriqueras. Personajes que leerán estos días, fragmentadamente, políticos, en actos protocolarios, pero con la dificultad habitual de no entender lo que leen.

Día cervantino, un genio actual que nos permitirá cada año buscar Quijotes que nos salven de los tenebrosos gigantes ocultos en sus molinos de viento antes que sus aspas nos destrocen a todos.

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