Crónica personal

Pilar Cernuda

De cajón

HAY cosas de cajón, de sentido común, cosas que se le ocurren a cualquiera con dos dedos de frente. ¿Que se anuncia una subida del IVA a partir de un día concreto? Pues no hace falta tener muchas luces para prever que antes de ese día se van a disparar las ventas de todo aquello que cueste un buen dinero, llámense pisos o llámense coches, por poner sólo dos ejemplos. Y en el caso de los coches, además, se ofrecían subvenciones con fecha límite.

Nos desayunamos ahora con dos noticias; una, que la venta de coches ha caído de forma espectacular, gravísima, desde el día en que entró el IVA en nuestras vidas. Pues claro. Y dentro de nada se anunciará la caída de la compra de viviendas, y un poco más tarde nos contarán que se ha reducido aún más drásticamente el consumo, porque todo es más caro, aunque durante unas semanas una serie de marcas han asumido el coste del IVA precisamente para impedir la reducción del consumo en una época en la que habitualmente se gasta más, los meses de vacaciones y el inicio del curso.

La segunda noticia, que el Gobierno anuncia a bombo y platillo, es que se ha reducido de forma drástica el déficit. También era de cajón, porque desde el momento en que hay que pagar más IVA evidentemente se incrementan los dineros que llegan a las arcas del Estado. Ésa fue la razón fundamental para que el Gobierno incrementara el IVA. Desde la Unión Europea le decían que si no reducía el déficit se atuviera a las consecuencias, así que optó por la más sencillo, subir un impuesto ineludible que además obliga a todo el mundo, al más rico del lugar y al pobre de miseria, lo que es profundamente injusto como distintos analistas advirtieron en aquel momento. Por tanto, que nadie desde el Gobierno saque pecho con las cifras del déficit, porque era evidente que se iba a reducir. Y no vale sacar pecho porque esa reducción del déficit ha supuesto un enorme sacrificio a los españoles que llevan años sufriendo las consecuencias de tener un Gobierno desorientado ante la crisis económica, que toma medidas sólo cuando se le obliga desde Bruselas a tomarlas, y lo hace sin tener en cuenta de qué forma afecta a quienes están pagando las consecuencias de su mal hacer. Consecuencias que sufren sobre todo las clases medias, que por otra parte son las más capacitadas para crear empleo, así que estamos ante la pescadilla que se muerde la cola. No hay más que ver la cantidad de comercios y pequeñas empresas que han puesto el cartel de cierre después del verano.

A nada que se ponga uno a pensar en la que nos espera, sale un panorama preocupante, porque sin obra pública que dé trabajo y con los precios por las nubes, el consumo se viene abajo. Y sin consumo -es de cajón- se sale malamente del hoyo.

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