el que apaga la luz

Federico Vaz

La cara de Botín

MILES de personas salieron ayer a la calle en toda España para oponerse al Pacto del Euro. Yo tenía una motivación añadida: la última Junta General de Accionistas del Banco de Santander. No se me va de la cabeza la cara de su presidente, Emilio Botín, frente a Álvaro Van Den Brule, el pequeño accionista que plantó cara al gigante en nombre de su hija, licenciada, con dos idiomas y parada de larga duración que participaba en la acampada de la Puerta del Sol. "Es usted un máquina" le dijo Van Den Brule recordando que en los años de la crisis el Banco de Santander obtuvo 42.656 millones de euros en beneficios y las retribuciones a los consejeros -cracks del ilusionismo financiero, les llamó- ascendieron a 1.200 millones. "Mientras se iba abriendo la fosa de la destrucción de empleo en la que millones de condenados perdían su esperanza y su dignidad, ustedes se forraban a espuertas sin recato ni pudor", acusó. Para que eso no cambie se firma el Pacto del Euro, porque la máquina especulativa que ha causado esta crisis está aquí para quedarse.

Las televisiones prefirieron emitir una intervención más bronca, la del accionista Antonio Panea, a quien Botín retiró la palabra por nombrarle la investigación abierta por sospechas de evasión de impuestos contra los hermanos Emilio y Jaime Botín y los diez hijos de ambos. Y eso que no le preguntó por el resto de su carrera delictiva, el otro motivo por el que la cara de Botín me invita a salir a la calle a alborotar.

Panea no habló de cómo el Santander ayudó a Teodoro Obiang a saquear a su país disfrazando pagos de las petroleras Exxon Mobil y Maratón por 19 millones de euros a cuentas del dictador guineano. O del pago de 44 millones de euros de los accionistas del BCH a José María Amusátegui, a cambio de retirarse y dejar a Botín como único presidente de la entidad tras la fusión entre ambos bancos. Ni habló del medio billón de pesetas de dinero negro que el Santander trató de blanquear mediante cesiones de crédito a nombre de muertos, emigrantes, ancianos, parados, familiares de empleados y antiguos clientes. Los accionistas podrían hablar hasta morir de cansancio y Botín permanecería impasible; sabe que la Ley está a su servicio. En todos estos casos la Fiscalía instó el sobreseimiento, y en el de la cesión de créditos, la entonces secretaria de Estado de Justicia Teresa Fernández de la Vega y después el ministro de Economía Rodrigo Rato, presionaron a la Abogacía del Estado para que no se dirigiera "acción penal alguna contra la entidad bancaria o sus representantes".

En las calles clamamos por un futuro en paradero desconocido ignorando que está a buen recaudo en el despacho notarial que custodia el testamento de Emilio Botín. Él, mientras, observa orgulloso a su hija Ana Patricia sentada en las reuniones del Club Bildeberg.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios