La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Nuestra carrera es la del acelerador

Lo realmente esperanzador del proyecto DONES es el silencio, la lealtad institucional y la discreción con que camina

La carrera por la Agencia Europea del Medicamento no era la nuestra y, como se ha visto, tampoco la de Barcelona. Los motivos son diferentes: en el caso de Granada no ha habido una apuesta firme ni política ni institucional más allá del marketing mediático de situarse en la línea de salida -hasta los diputados del PSOE en Madrid apoyaron a Barcelona- y los criterios estratégicos la situaban ya muy por debajo de la opción catalana y sin posibilidades competitivas frente a otros destinos como Ámsterdam o Milán. ¿De verdad estábamos proponiendo ubicar el codiciado organismo en una provincia que lleva más de dos años de aislamiento y que no deja de ver cómo se esfuman congresos internacionales por el bloqueo de las comunicaciones? La casa no estaba en orden para competir.

Técnicamente, Barcelona era la opción. Políticamente era un suicidio. La EMA es uno de los polos de innovación farmacéutica mundial, emplea a 900 profesionales altamente cualificados y mueve a 36.000 visitantes al año. ¿De verdad quería defender España un destino inestable y en profunda crisis, con la carta de presentación de las imágenes del 1-0 y con sus principales empresas y bancos a la fuga, para albergar una institución que buscaba refugio europeo tras el Brexit? Para responder no hay más que recurrir al sentido común.

La carrera de Granada está en el acelerador. El proyecto tiene un nombre casi impronunciable (IFMIF-Dones) y una complejidad científica que no ayudan a venderlo ni mediática ni socialmente, pero se trata de la iniciativa de más recorrido e impacto que se ha situado en la órbita de Granada en las últimas décadas y, también, la que más capacidad de transformación puede tener. La inversión inicial para el acelerador de partículas se cifra en 400 millones (Gobierno y Junta aportarían 200 y los restantes la UE), crearía más de 9.000 empleos al año y tendría una repercusión en el PIB provincial de 221 millones sólo en la etapa de construcción.

Una pequeña-gran revolución. Si Granada se impone a Croacia cuando la agencia europea Fusion for Energy tome la decisión a comienzos de 2018, se abrirá un horizonte de dos años para definir el proyecto de ejecución, entre 8 y 10 para construir la instalación y 40 prorrogables de explotación.

El complejo de Escúzar se convertiría en un referente europeo, en un laboratorio mundial, para generar nuevas fuentes de energía y avanzar en campos como la tecnología electrónica, la exploración espacial o la medicina. Vendría a ser una suerte de Darmstadt a la española. La pequeña ciudad al sur de Frankfurt alberga desde los años 80 la Agencia Espacial de Operación, la Organización Europea para la Explotación de Satélites y el acelerador de partículas GSI/FAIR. Proyectos que hacen de imán para nuevos proyectos; empresas que se convierten en polo de atracción; puestos de trabajo que multiplican el empleo. Es la cadena del desarrollo. El tangible. El real. El que poco tiene que ver con el simbolismo de los títulos. César Prados, uno de los ingenieros que trabajan en el acelerador alemán, lo explicaba hace un año con convicción evocando las palabras de su casera: "Con vuestra llegada, la ciudad ha vuelto a recuperar el brillo cultural e intelectual que tenía antes de la guerra".

Lo más positivo, lo realmente esperanzador del proyecto DONES, es el silencio y la discreción con que camina. Sin sobreactuaciones ni fuegos de artificios. Con lealtad institucional y con cierre de filas entre el empresariado y las administraciones. En el contexto de la Universidad, esta semana ya se ha puesto en marcha una oficina técnica para gestionar los fondos europeos y la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, lo ha situado como proyecto estratégico andaluz en los encuentros que ha mantenido en Bruselas.

Hemos tenido que perseguir la noticia… No es lo habitual en los actuales tiempos de máxima exposición. Pero los focos no son siempre los mejores aliados; no para los temas sensibles de negociación y no para las carreras que de verdad se van a disputar. Confiemos en que sea una señal de que se está trabajando en firme; de que el proyecto DONES sí se puede conseguir.

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