Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Un clavo al rojo

TITULABA ayer el editorial de nuestro periódico que el presidente del PP, Mariano Rajoy, se la va a jugar (su suerte o su futuro) si el Tribunal Supremo imputa, como indican todos los datos, al tesorero del PP, Luis Bárcenas, por un delito económico y otro de cohecho vinculado con la trama de corrupción de Francisco Correa y con el compló diseñado por este mismo personaje y sus compinches para blanquear millones de euros en paraísos fiscales. En las anotaciones secretas de la banda aparecen supuestos pagos a Bárcenas y adquisiciones de billetes de avión a nombre del tesorero con destino a Suiza y Reino Unido, donde al parecer Correa tiene cuentas opacas. Ayer el juez del caso Gürtel elevó al Supremo la causa contra Bárcenas, el diputado Jesús Merino y el eurodiputado saliente Gerardo Galeote.

De momento Bárcenas, como Camps en Valencia, no ha perdido el crédito de la dirección. Se mantiene agarrado a él como a un clavo al rojo. ¿Qué se juega Rajoy si la honestidad de su amigo el tesorero es finalmente desacreditada por los tribunales? ¿Y qué se juega el PP? Y un poco más allá ¿qué se juega el presidente del partido si, por un azar, el Tribunal Superior de Valencia condena a Francisco Camps al que ligó su suerte más allá de toda duda durante la pasada campaña electoral? ¿Se juega su reputación política o bastaría con una disculpa para aclarar el malentendido?

La respuesta, más que de los votantes del PP, la tendrían las facciones contrarias que disputan el liderato interno a Rajoy. Porque a tenor de los resultados habidos en las pasadas elecciones las evidencias de corrupción no sólo no matan sino engordan la bolsa de los votos. Ya se ha señalado hasta la saciedad que los dos graneros principales que surtieron el triunfo del PP fueron Madrid y Valencia, las dos comunidades infestadas por las sospechas. Recordemos: en Madrid están implicadas 70 personas, entre ellas cuatro ex alcaldes y tres diputados de la Asamblea de Madrid. Y en Valencia, Camps y Ricardo Costa. Así pues ¿qué se juega Rajoy sino son votos en todo este maloliente asunto? No deja de ser ilustrativo que en el PP haya germinado la idea de que el triunfo en las europeas equivalió, entre otras cosas de variado valor, a una absolución anticipada de los sospechosos dictada por un tribunal popular integrado por la masa de votantes que aupó al partido el pasado 7-J. Cada voto, entre otras cosas, equivalía según esta hipótesis a un certificado de limpieza penal. Y un descrédito contra Garzón.

¿Qué pasará -digo, es un decir- si el tesorero Bárcenas cae?

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