Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

La cola andaluza

La autonomía no sólo ha fracasado en poner a la región al ritmo nacional, sino que ha aumentado la desigualdad interna

No puede vanagloriarse el PSOE, que ha dirigido desde su creación a la comunidad autónoma andaluza, de haber hecho crecer a la región al mismo ritmo que el conjunto nacional, sino que ha sido incapaz no sólo de disminuir las desigualdades internas entre provincias, sino que las ha aumentado, primando a la capitalidad de importantes resortes políticos -no exclusivamente los derivados del centro administrativo de la región-, sino también económicos, culturales y todos los elementos que su excelente comunicación con el exterior -ya consagrado con el primer AVE construido en la región, con motivo de los fastos de la Exposición Universal de 1992- ponían a su disposición.

Es verdad que no sólo Sevilla ha crecido en peso específico, sino que de esos instrumentos de comunicación y una política activa de sus gobernantes, otras provincias, como Málaga, han podido auparse a un lugar de referencia económica y, sobre todo, cultural que he destacado en numerosas ocasiones . Pero la desigualdad en la que se encuentran lugares que otrora fueron importantes, caso de Granada, capital de un reino, y que hoy hasta carece de conexión ferroviaria, amén de Jaén, Almería e incluso Cádiz, aumentan la idea de deterioro regional y los efectos negativos de un centralismo que nutre lógicos agravios comparativos porque ha faltado sensibilidad para interesarse por las preocupaciones de todas las provincias, resaltando el peso real e histórico que tienen para valorar la idea común de Andalucía, rica en su diversidad.

Granada no puede permitir seguir en la cola regional de la cola que representa a nivel nacional Andalucía. No es sólo su aislamiento ferroviario, sino los problemas sanitarios originados por los recursos destinados, o los culturales, en una ciudad que aspira ser alguna vez capital cultural europea. Asombra, entre tantos otros detalles, que su pequeña Orquesta no pueda pagar a sus músicos, que un museo como el Arqueológico, haya tardado tanto tiempo en restaurarse, que igual tardanza haya afectado al legado Lorca, que se carezca del gran museo que exige la ciudad, que se haya olvidado el Teatro de la Ópera, entre infinidad de carencias. No es política de llantos lo que necesitamos, sino simplemente políticas de hechos a nivel nacional, regional y local.

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