Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

La culpa es del neocórtex

La neurociencia afirma que no hay individuos malos, a posta, sino áreas del cerebro programadas para hacer el mal

El dualismo nos lleva perezosamente a dividir al género humano en buenos y malos. Era cómodo aquello de Países del Este y Países del Oeste. Aunque, cartográficamente, insostenible. Cuando cayó el muro de Berlín, los dualistas lo pasaron regular. Porque esa división, tan simplista, pasó también a ser una antigualla estratégica. ¿Dónde están ahora los buenos? ¿Dónde, los malos? Si hasta los actuales amiguitos del alma, Putin y Trump, parecen buenos los dos, aunque, a veces, puedan parecer un poquito malos. Los de las Azores, nos metieron en la guerra de Irak por el petróleo, para vender armas y porque se necesitaba unos malos de plantilla. Pero la gran mentira de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva, convirtió a los buenos de las películas y del séptimo de caballería, en villanos. Menos mal que de la ignominia de la guerra de Irak, que ha convertido a toda esa zona en una escombrera y en un cementerio de gente inocente, ha surgido el ISIS, que se ha hecho con el papel del malo de la película. ¡Ya tenemos villano! Pero es un malo desubicado. No hay forma de llevarlo al O.K. Corral para arreglar las cosas en un Duelo al Sol; y entonces le hacemos frente en el irresponsable cobertizo del cielo, desenfundando drones que matan al bandido y a todos los habitantes del pueblo. El ISIS cuenta además con un arma de gran eficacia, fácil de programar por los imanes, con la cooperación necesaria de Israel, un estado artificial, metido a piezas en la zona, como periscopio y lanzatorpedos de los intereses, otrora llamados Occidentales. Ese arma imprevisible e insidiosa, son los suicidas, los fanáticos guerreros del ISIS. Al fanatismo de Trump y de la extrema derecha europea no sé cómo llamarlo. Tampoco tengo todavía la palabra adecuada para designar a nuestros fanáticos de los recortes que también provocan muertes, desigualdad e ignorancia. ¿Fanáticos de la mentira o mentirosos compulsivos? La confusión es enorme. Cada vez cuesta más distinguir a un bueno de un malo. E, incluso, si averiguas quién es el malo de la historia, te sirve de bien poco, porque la neurociencia, la disciplina de moda, llega y te dice que el mal no existe y que los atentados, las mentiras, los recortes, las guerra, en resumen, los actos malos son solamente el resultado de un neocórtex (el área más evolucionada del cerebro) programado para actuar mal. No me alivia nada saber que los que han convertido la política española en un lodazal no lo han hecho a posta. Y me pregunto, ¿no podríamos reprogramar su neocórtex para que comenzaran a asumir que ganar unas elecciones debería de servir para algo más que para colocar a los suyos, despachar a los adversarios y cobrar el mafioso 3%? La neurociencia tiene la última palabra.

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