La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

No culpable

El Estado de Derecho sólo es una amenaza para quienes no creen en sus plazos. Les va mejor saltándose sus reglas más estrictas

Hacer elucubraciones para que a algunos les salgan las cuentas del porqué del espectáculo policial que la UDEF montó en Granada contra Pepe Torres, Isabel Nieto y algunos funcionarios municipales, acaba por llevar a esos taladradores que agujerean la verdad a usar su poder para engarzar cuestiones contra quien se mueva de su foto, coloreada de sepias maneras. Que la inspección de la Junta haya declarado la normalidad de la licencia y de las soluciones sancionadoras propuestas no les vale para su declarado objetivo.

El derecho a la presunción de inocencia no tiene ya quien lo defienda, especialmente si la batalla pretende otros logros anexos, cóncavos o convexos. Para ellos quien diga ser amigo de Pepe Torres declara ser cómplice. Dicho sea aunque a uno no exhiba más afecto que el de haber sido compañero militante del señor exalcalde, y no apoye a Sebastián Pérez para que renueve como presidente. Razones hay para ello.

Defender que los litigios se sustancien en sede judicial con las garantías a favor de quienes son tomados en contra no puede ser una manera de incluirse entre quienes van a ser desahuciados de la honestidad por el mero hecho de la sospecha. Pretender que Sebastián Pérez no sea reelegido presidente tampoco es un mal en sí mismo tan grave comopara ser declarado culpable y objeto de persecución.

El Estado de Derecho sólo es una amenaza para quienes no creen en sus plazos. Les va mejor saltándose sus reglas más estrictas. La excesiva dilación temporal de sus garantías no viene bien a quienes se juegan en el plazo corto de los próximos meses seguir en ese club del partido que consideran propio, aunque no les pertenezca en exclusiva. Embarrar lo que se pueda, a quien esté declaradamente cerca de la opción alternativa al poder y no con la propaganda oficial del poderoso, no es el camino más democrático que digamos.

La historia tiene ejemplos de lo que se intuye. Es el poder del poder, que amarra y engatusa desde su posición de dominio para intentar ridiculizar, obviar, oprimir, achicar o suprimir a quienes osen aspirar a sustituirlo, a establecer legítimos debates sobre lo que hubo, hay o habrá en torno a eso que llaman el partido, y del que algunos pretenden hacer un búnker inaccesible.

Sentir la necesidad de doblegar ese egoísmo evidente, de acabar con el báculo impenetrable de quien se erige en il capitano del club es una responsabilidad democrática. Algo recomendable desde el compromiso de la afiliación. No se puede ser culpable de impulsar el debate interno; ni de hacerlo junto a Juan G. Montero tampoco. Y usted que lo lea.

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