LOS malos resultados deportivos del Granada CF han reabierto el sempiterno debate bajo la pregunta del millón: "¿Cuál es la solución del fútbol en Granada?". He leído, escuchado y visto en la mayoría de los medios las variopintas opiniones en torno a este tema, y en todos ha habido una palabra que se ha vuelto a poner de moda: unión. La mayoría de los consultados han entendido que ese es el remedio para los males que asolan al balompié local, aunque yo creo que el número de los que han hablado es insuficiente para afirmar que esa sea la opinión más común. Es obvio que todo debe partir bajo la premisa de que los clubes implicados y sus dirigentes deseen involucrarse en un único proyecto. Todas las partes tienen que estar de acuerdo y para ello deben dialogar, conocer las propuestas y poner sus condiciones encima de la mesa antes de emitir un veredicto a favor o en contra. Pero negarse a cualquier opción sin que se expongan alternativas es un signo evidente, aunque legímito, de que no se desea ninguna variación sobre el fracasado modelo actual que impera en la ciudad.

Granada 74 y Atlético lo tienen más fácil a la hora de tomar una decisión, pues los dueños del club son sus accionistas, y éstos no tienen la obligación de consultar con nadie, pero en el Granada CF es diferente, pues para que la actual junta directiva emita un dictamen a favor o en contra de cualquier iniciativa en ese sentido, tiene que contar con la aprobación de su asamblea de socios, quienes son los verdaderos dueños del club.

Para bien o para mal, aquí no cuenta la opinión de la afición del fútbol en Granada, sino la del Granada CF. El futuro de su club está en manos de los que pagan el carnet anual, y no de los simpatizantes. Aunque lo difícil es hacer una encuesta entre los 7.000 socios, y no entre 70, el único órgano válido para pronunciarse es la asamblea. Y aunque nadie está en condiciones de asegurar cuál es la opinión mayoritaria en torno a la unión, pues no hay datos fiables, los que acudieran a la misma serían los que decidirían.