La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

En defensa del régimen

El sistema democrático nacido en 1977 ha permitido el periodo más largo de paz, libertad y prosperidad de nuestra historia

Ya hace cuarenta años de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco. La dictadura franquista había durado prácticamente lo mismo: cuarenta años. Es una buena ocasión para reivindicar lo que algunos llaman el régimen del 78 y que, en realidad, es el sistema democrático que bajo la forma de monarquía parlamentaria nos dimos los españoles, entonces y hasta hoy. El único Régimen, así, con mayúsculas, fue el que se impuso por la fuerza y después de una guerra atroz.

¿Por qué reivindicar la democracia nacida a raíz de estas elecciones de 1977? Porque los españoles pudieron votar libremente por vez primera desde 1936, porque de las urnas salió en la práctica una amnistía general de presos por motivos políticos-incluyó a terroristas-, porque el primer Congreso de los Diputados aprobó una Constitución refrendada por el pueblo que resultó ser la más inclusiva de nuestra historia contemporánea, la única sin vencedores ni vencidos, la que selló la reconciliación entre los españoles después de varios siglos matándose, porque es el sistema que ha permitido el periodo más largo de paz y prosperidad que ha vivido este país, porque ha hecho que España esté entre las veinte naciones más ricas del mundo, porque garantiza las libertades de todos los ciudadanos y el máximo autogobierno alcanzado nunca por sus nacionalidades y regiones, porque al fin hemos podido colectivamente contradecir al poeta y afirmar que de todas las historias de la Historia la más triste sin duda NO es la de España porque NO siempre acaba mal... ¿Hay o no hay motivos para recordar las elecciones del 77 y defender el régimen del 78?

Mucha gente sufrió mucho para hacer posibles aquella elecciones y lo que vino después. Demasiadas como para que una tribu rabiosa de niñatos -desde el punto de vista intelectual- deliberadamente indocumentados, demócratas fingidos con ambición de poder y pequeños burgueses impostadamente desclasados con más lecturas mal digeridas que vida realmente vivida pretendanan reescribir el relato de una época que ha marcado, para bien, la existencia de todos, proclamando que la Transición fue una bajada de pantalones de la oposición ante la casta franquista y que lo que salió de ella no es una democracia de verdad.

La democracia española está plagada de defectos, desgastada y corroída por la corrupción. Hay que regenerarla. No demolerla, que es lo que se proponen sus enemigos.

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