La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La delfina de Puigdemont

Artadi no será un títere de Puigdemont: ni declarará la república catalana ni le pagará su exilio en Waterloo

Un catalán universal ha definido como nadie la situación de Cataluña: la feria del disparate. Lo ha clavado Joan Manuel Serrat, que a los ojos del secesionismo ya está a la altura de Boadella y su Tabarnia como gran traidor, botifler y vendido al españolismo más rancio. El independentismo no tiene salida, ha zanjado el gran cantautor.

Lo ha dicho precisamente cuando se atisba una salida y Carles Puigdemont, el gran payaso de la feria del disparate, sumiso al fin al principio de realidad, parece resignado a la terrible idea de que no va a ser presidente de la Generalitat, se ponga como se ponga y por muy temprano que se levante. Elsa Artadi, su fiel colaboradora y amiga, sí reúne los requisitos para sucederle en el cargo: es independentista, puede concitar el apoyo de ERC y la CUP y no está imputada. No necesitaría la investidura telemática, ni delegación ni otros esperpentos para lograr la mayoría.

Lo que no sabe el Fantasma de Waterloo, o no quiere saber, es que la solución Artadi, que es la salida democrática, legítima y legal a la crisis catalana, significa también su muerte política (la de Puigdemont). Si cree que, por proponerla él y por ser más de su confianza que ningún otro diputado, la presidenta Elsa Artadi se comportará como su marioneta y gobernará según sus dictados, va dado. Eso no funciona así nunca. Lo primero que hará Artadi cuando entre en el Palau de la Generalitat será convencerse de que es ella la que manda, que le debe su poder al Parlamento de Cataluña y no a Puigdemont y que le urge quitarse el estigma de que va a ser su títere. La Historia está llena de traidores de este tipo, muchos de ellos benditos para sus pueblos (Javier Cercas escribió un libro magnífico sobre algunos de ellos: Suárez, Carrillo, Gutiérrez Mellado...).

En fin, lo único seguro es que si Elsa Artadi es investida y toma posesión de la Generalitat no declarará la república catalana -ni siquiera unos minutos-, ni desobedecerá al Tribunal Constitucional ni organizará ningún referéndum de autodeterminación. Y, lo que es más importante aunque parezca lo menos, tampoco dotará de presupuesto público a un hipotético gabinete de un supuesto Presidente de Honor de Cataluña, Papa, Superman o lo que quieran nombrar al prófugo, ni le pagarán el alquiler de su mansión-panteón. Artadi no irá a la cárcel por prevaricación y malversación. Seguro.

Puigdemont se quedará olvidado y solo. Bueno, solo no. Con Comín y el escolta.

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