la esquina

José Aguilar

Más escaños en el Parlamento

EN el último pleno del Parlamento de Andalucía los dos jefes de la oposición propusieron sendas medidas de mejora de la democracia autonómica. Corrieron distinta suerte: la de Javier Arenas fue descartada por el presidente Griñán y la de Diego Valderas recibió algo parecido a una promesa de debatirla y aprobarla.

La de Arenas confirma uno de sus compromisos más reiterados. Si accede al poder en la Junta una de los primeros proyectos de ley que remitirá a la Cámara -a decir verdad, hay muchos "primeros proyectos" en la campaña de Arenas- consistirá en la limitación a ocho años, dos legislaturas, del mandato de los venideros presidentes andaluces. Es una iniciativa razonable, que tal vez merece ser contemplada para todo el sistema político español.

La de Valderas también responde a una antigua reivindicación de la coalición Izquierda Unida, compartida por otras formaciones minoritarias, como el Partido Andalucista. Se trata de aumentar el número de diputados. En el nuevo Estatuto de Autonomía se dejó abierta esta posibilidad, ya que se fijó el número de diputados en "un mínimo de 109". Son los que integran el Parlamento desde el inicio del autogobierno. Ocurre que la cifra no ha cambiado desde 1982 a pesar de que la población andaluza sí ha crecido considerablemente, por lo que cada vez hacen falta más andaluces para elegir a un parlamentario. Lo cierto es que otros parlamentos regionales han legislado para aumentar el número de sus miembros en función de la evolución del cuerpo electoral (la Asamblea de Madrid, por ejemplo, empezó con 96 y ya tiene 129).

Personalmente me parece también justa esta exigencia de IU. Permitiría contar con una cámara legislativa más representativa y seguramente más plural. Conviene mucho a las minorías (IU, PA y UPyD, si se terciase), que necesitarían menos votos para conseguir escaños, a la vez que frenaría la tendencia al bipartidismo, que no es lo más conveniente dentro de una sociedad compleja y plural. Lo que resulta sospechoso es que este cambio se quiera introducir cuando faltan unos meses para las nuevas elecciones andaluzas y cuando la austeridad se impone. Es algo que tendría que abordarse al principio de una legislatura, lejos de un horizonte electoral inmediato. Por otro lado, hay dudas de que quede tiempo material para aprobarlo ahora desde el punto de vista de la tramitación parlamentaria.

La sospecha seguro que la compartirá el lector: si el PSOE se plantea como meta posible conseguir que en los próximos comicios el PP no gane por mayoría absoluta, su propia caída podría ser compensada por una subida de escaños de Izquierda Unida -facilitada por la ampliación del número de diputados- que abriría paso a una coalición entre ambos para dejar a Arenas con la miel en los labios.

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