Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Todo a un euro

NO tengo fe en las rebajas. No creo en ellas de un modo, digamos teológico. Es más estaría dispuesto, en plena fiebre consumista, a fletar un autobús con la leyenda: "Probablemente las rebajas no existen. Deja de preocuparte y disfruta de la vida". Pero he aprendido a convivir con ellas. El otro día, mientras hacía tiempo para cambiar los neumáticos del coche, entré en Alcampo con el mismo espíritu cohibido con que un astronauta exploraría una planeta desconocido. En uno de pasillos me llamó la atención una serie de contenedores llenos de objetos heteróclitos y rodeados de carteles tentadores: Todo a un euro. Aunque era una hora poco propicia a las aglomeraciones, alrededor de los muestrarios caóticos de artículos rebajados se movía una notable serpiente de compradores que revolvía gustosamente las montañas de géneros. Un grupo de chicos inmigrantes mezclaba con placer un montículo de calzoncillos.

Un poco más abajo encontré artículos de alimentación, ropa y, por fin, unas canastas enormes de discos, libros y vídeos. No creo, como he dicho, en las rebajas pero entre que tenía que matar el tiempo y el magnetismo que me causan siempre los libros me detuve. Me puse a rebuscar, igual que había visto hacer con los calzoncillos. Todo a un euro. Y así, sin mucha destreza, encontré mis rebajas. En los libros un grueso volumen con las memorias, publicadas en 1984, de Isaac Bashevis Singer, el gran escritor estadounidense, de origen polaco, que escribía en yiddis. Amor y exilio recoge las emotivas anotaciones de Singer desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta el Nueva York de los años treinta donde el autor, sumido en la soledad y la depresión, trataba de rehacer su existencia.

Todo a un euro. Tras la primera captura paso a los deuvedés. Aparto la morralla (películas con planes para adelgazar, dibujos animados japoneses, viejas cintas del oeste, etcétera) y voy excavando en busca de un enigmático e improbable tesoro. Encuentro una caja de plástico de color pardo. En la portada hay dos tipos en blanco y negro. No es el disco suelto de un curso de idiomas. Reconozco a Joaquín Soler Serrano, el elocuente presentador de televisión de los años sesenta y setenta, y junto a él a otros dos personajes: Luis Rosales y Rafael Martínez Nadal. El deuvedé es una reproducción de sendas entrevistas de una hora de duración en las que hablan de ellos mismos pero también de Lorca, de su sombra, de su muerte. El primero trató de salvar a Federico; y el otro lo despidió en Atocha camino de su último viaje a Granada. Dos testimonios enormes, valiosísimos.

Pago dos euros en la caja. Estoy contento pero no sé si son las rebajas o la providencia.

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