Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El exilio es propio de reyes

Depositarios de siglos de historia, saben que han renunciado a la corona y al sentido de su propia vida

El día que Alfonso XIII abandonó Madrid camino de Cartagena, el poeta republicano Luis de Tapia le dedicó unos versos que decían, "que triste es dejar España / cuando es flor todo el país. / Cuando entre finos olores, / florecen todas las flores / menos las flores de lis". Después, el rey deambuló por Europa hasta que falleció en una suite del Grand Hotel de Roma. Carlos de Habsburgo, último Emperador de Austria y rey de Hungría, dejó Viena y después Budapest, para acabar muriendo exiliado en Madeira donde aún reposa su cuerpo en una pequeña capilla lateral de Nossa Senhora do Monte.

Un siglo después, nunca falta, al igual que ocurría en el sepulcro de Alfonso XIII en la iglesia de Montserrat de Roma, un ramillete de flores anudado con una cinta que luce los colores nacionales. La Segunda Guerra Mundial acabó con todas las monarquías del Este de Europa y sus coletazos lo hicieron con las de Libia o Egipto. Estoril se convirtió en una sede permanente de las testas otrora coronadas de Europa. Y el rey Faruk, exiliado entre saraos y champaña, disfrutando de la dolce vita de Capri, se hizo famoso por afirmar que en el siglo XXI sólo habría cinco reyes, el de Inglaterra y los cuatro de la baraja.

Los reyes se sienten depositarios de siglos de historia. Por eso, cuando se exilian, siguen manteniendo una cierta dignidad y hasta una pequeña corte. A veces de oportunistas y otras, las menos, de patriotas. Saben que han renunciado a la corona y con ella al sentido de su propia vida. Por eso les rodea un cierto halo de respeto y demasiada melancolía. Y aún así, sufren el olvido hasta el punto de que a veces, sólo son para sus vecinos unos ancianos encantadores que cuentan curiosas historias de algún país lejano.

Cada vez que Puigdemont, con su lacito amarillo y su carita de perrillo abandonado, se empeña en convencernos de que es el presidente en el exilio de un país sojuzgado, todos los demócratas debemos reprimir una estruendosa carcajada. Porque lo hace mientras disfruta de la libertad de movimientos que le permite la pertenencia de España a la Unión Europea. Y se proclama elegido por Dios para dirigir a tot un poble. Lo que nunca fue, ni legal, ni legítimamente. No sé si este delirio de mantenerse en sus trece, le hará otro Papa Luna, o si lo convertirá en un personaje propio de un vodevil como el de los papas de El Palmar de Troya. Y es que el exilio, sólo es propio de los reyes.

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