Lo único que es inseparable del Día de la Cruz en Granada es la polémica. Con Torres Hurtado vivimos años de absoluto desmadre con toda la ciudad convertida en un botellón y cargas policiales. Luego llegó la 'ley seca' y se acabó sin fiesta. Ahora se ha planteado una opción intermedia que, por supuesto, no convence a todos. Pero hagamos una lectura fría: Granada se apuntó en masa a las Cruces, hubo diversión (con control pero sin violencia) y al día siguiente la ciudad amaneció limpia... ¿No es tan grave no?
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