Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Ante una final muy desnivelada

Los problemas que vive el Barça podrían hacer de paliativo y equilibrar la final de Copa del Rey

Tapándonos la nariz por el hedor que despide un fútbol tan judicializado, tan plagado de casos pendientes y con la honradez muy en precario, esta noche se echa el telón del fútbol doméstico. A falta de lo del próximo sábado en Cardiff, esta noche se le echa el enésimo cierre al Vicente Calderón, ese estadio que ya cuenta con más despedidas que Antoñete. De todas formas, aún quedará algún bolo con el que despedir al estadio ribereño.

Santuario para el bético por razones obvias, la final de la Copa del Rey será el último acto oficial en un campo con cincuenta años y que tiene a Luis Aragonés como el hombre que gritó gol en él por vez primera. Y esa final que le pone punto final aparece como un duelo desigual, como una repetición de aquel Goliath-David que hubiera enriquecido a muchos de haberse inventado ya las quinielas. Paradigma que fue de duelos desiguales y que ya sabemos todos cómo acabó.

Este Alavés-Barça que se anuncia como guinda de la temporada doméstica tiene el aliciente de ver si la ilusión puede con la fuerza, si el entusiasmo de las huestes de Pellegrino es capaz de doblegar a esa maquinaria futbolística que es la orquesta que dirige Luis Enrique. Por lo pronto y para equilibrar pronósticos hay que recordar cómo el equipo vitoriano fue capaz de abatir al Barça en el Camp Nou. Un inciso: Hay que ver lo que se habrán acordado en Can Barça de aquella tragedia.

También puede ser motivo para creer en la sorpresa el ambiente que se respira entre los culés por los distintos problemas parafutbolísticos que les rodea. El principal es cuál será la psique de Messi tras el varapalo del Supremo y ya se sabe qué papel es el que representa el argentino en la orquesta blaugrana. Pero, bueno, la verdad del cuento es que estamos ante la que, posiblemente, sea la final más desnivelada que se recuerda, por lo que la sorpresa sería un sorpresón.

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