Cambia, todo cambia

El futuro está en la huerta de la esquina II

La ciudad de Detroit, antes conocida como la meca del automóvil, es ahora un referente en agricultura urbana. Este proyecto estratégico ha sido desarrollado para mitigar el desempleo que asola la ciudad desde la crisis industrial y para regenerar todos los suelos vacantes que dejaron las sucesivas crisis inmobiliarias.

En las grandes capitales europeas existe también un desarrollo creciente de los huertos urbanos. Incluso en la última exposición universal celebrada en Milán, se aprobó un pacto internacional para fomentar políticas alimentarias urbanas donde las agriculturas jueguen un papel central.

En el pleno del Ayuntamiento de Granada todos los grupos aprobaron por unanimidad dicho pacto el pasado otoño, al igual que suscribieron el Pacto por la Vega el año anterior. Entonces adelantaron muchas de las cuestiones clave en política alimentaria, en este caso ligadas a la llanura agraria que rodea Granada y que la ha alimentado durante siglos.

Sin embargo, aquí cuesta mucho trabajo desarrollar proyectos de agricultura urbana y sólo hay intervenciones meritorias pero insuficientes que además son desconocidas para la mayoría, seguramente porque su tamaño es excesivamente pequeño y porque casi todas se encuentran en lugares poco concurridos. Hace año y medio el Ayuntamiento aprobó una moción para el desarrollo de los huertos urbanos presentada por la concejala Marta Gutiérrez, que además es una arquitecta experta en la materia. En aquel documento aprobado con la abstención del Grupo Popular, el pleno municipal comprometía al Ayuntamiento a desarrollar entre otras cuestiones un banco de tierras con todos los espacios disponibles para el desarrollo de la agricultura urbana. A día de hoy el nuevo gobierno, como en todo, va demasiado lento.

Las inversiones en agricultura urbana son muy rápidas y baratas, y pueden desarrollarse mediante un alto nivel de autogestión ciudadana que disminuye también los costes posteriores a la implantación. Además, el ahorro en el mantenimiento de estos espacios hacen rentables las intervenciones más allá de sus evidentes beneficios sociales y ambientales.

Por lo tanto, no valen excusas de falta de presupuesto para que la ciudad de Granada cambie su imagen urbana apostando por la agricultura tanto en su Vega como dentro de las áreas edificadas. Además, las organizaciones sociales y vecinales llevan años solicitando espacios para desarrollar proyectos agrarios, unos para el ocio y otros para ser utilizados por personas en desempleo y dispuestas a trabajar la tierra.

Finalmente, la agricultura urbana es un ejercicio saludable y mejora la dieta. Ya sabemos la importancia que le damos a la salud en Granada. Así que no se olviden de que el futuro está en la huerta de la esquina.

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