El balcón

Ignacio / Martínez

La guerra de los cien años

NIZA. Atentado salvaje en una de las zonas de mayor bienestar de Europa. Contra familias completas, una multitud indefensa. Un asesinato en masa ideal para la propaganda yihadista. El mensaje que quieren enviar es que Occidente está perdiendo su guerra contra el terrorismo. Hace un año en Sevilla el periodista Ignacio Cembrero la calificó como la guerra de los cien años

Ocurre al revés. El Daesh está perdiendo la guerra en todos los frentes. El Estado Islámico ha cedido un 45% del territorio que controlaba en Iraq; antes de final de año le arrebatarán Mosul y el resto. En Siria se ha hecho fuerte en Raqa, capital del califato, pero ya ha entregado un 20% del área que ocupaba, tras la feroz ofensiva rusa: bombardeos indiscriminados con muchas víctimas civiles y un nuevo éxodo masivo. En Libia están cercados en Sirte, donde les han echado del puerto y sólo controlan la ciudad.

Francia, emblema de país laico y principal blanco europeo de estos terroristas, forma parte de la coalición internacional que lidera Estados Unidos, pero el 95% de los bombardeos son americanos. Resulta chocante que en esta alianza figuren las monarquías feudales del Golfo, en particular la Saudita, que gasta unos tres mil millones de dólares al año en difundir el salafismo, uno de los venenos que ceban al Daesh. Golpeada con saña, Europa se resiente de estos ataques, que además de muertos y dolor, generan una espiral de xenofobia: miedo al terrorista y rechazo al inmigrante van juntos. Una deriva que se ha cobrado réditos con el Brexit.

En sus tres Ensayos sobre las discordias (Anagrama, 2016), Hans Magnus Enzensberger constata que eran vanas las esperanzas depositadas en los dividendos de la paz del final de la Guerra Fría. Y analiza este nuevo terrorismo megalómano, vengativo y adorador de la muerte, que provoca daños colaterales sobre los principios de la civilización: "Cuánto más intensamente se defienda y cuanto más se amuralle una civilización frente a una amenaza exterior, menor será finalmente lo que quede por defender".

Las potencias occidentales prefieren seguridad a democracia: en Argelia, cuando no se dejó ganar al FIS, o en Egipto recientemente. Cembrero cuenta en su libro La España de Alá el caso de Mauritania, menos conocido. En julio de 2008, el presidente Abdallahi visitó Madrid. El CNI supo que le iban a dar un golpe a su vuelta y no hizo nada: los golpistas acabaron con el tráfico de cayucos.

Con Europa subida en estas contradicciones, la guerra de los cien años continúa...

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