Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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La guerra que vendrá

En España ni las "derechas" ni las "izquierdas" han creído nunca en la necesidad de un Estado fuerte y democrático

Nunca, como ahora, este columnista percibe su impotencia, sobre todo si recuerda cómo el artículo de Émile Zola, J'accuse (1898), influyó en el proceso del capitán del ejército francés Alfred Dreyfus, acusado de alta traición. Nada de lo que diga este articulista servirá para parar el desastre catalán. No sé, ni siquiera, por qué escribo. Bueno, sí lo sé, porque he oído que este tipo de actividad retrasa la aparición del Alzheimer. Y entonces escribo por las mismas razones por las que me hago todos los días 10 kilómetros en bici o me tomo una hamburguesa (asquerosa) de brócoli, la berza que todo lo cura. Porque puedes avisar, con Bertolt Brecht, que "La guerra que vendrá / no es la primera. / Hubo otras guerras. / Al final de la última / hubo vencedores y vencidos. /Entre los vencidos, /el pueblo llano pasaba hambre. / Entre los vencedores / el pueblo llano la pasaba también". Que nadie se inquietará, al leerte. Y pasarán de la anotación con que acompañas el poema. En la que sugieres que, en la tesitura en que nos encontramos, antes de que alguien eche mano a la pistola, convendría recordar estos versos. Lo haces a la desesperada, convencido como estás, de que en España, lo que vienen siendo las derechas, creen que el Estado es suyo y toman de él las partes que quieren, cuando quieren, sin remordimientos. Y que, lo que vienen siendo las izquierdas, piensa que, contribuir al fortalecimiento del Estado opresor, es ampliar el hondón de la injusticia. Y se emplean en deconstruirlo, pieza a pieza, ahora con las técnicas suicidas de patio de colegio de la CUP o de Rufián. Lo que más me molesta de todo este asunto son los componentes mágicos y azarosos del proceso. Rufián decía no saber qué iba a pasar con el ejercito, si gana el referéndum; Puigdemont afirma que las pensiones de los catalanes, las pagará el Estado español. Anna Gabriel quiere, no sólo la independencia, también una república y que, además, sea feminista. Pero no ha calculado cuánto cuesta independizarse, cuánto fabricar una república y, si es barato o caro que sea feminista. Y Rajoy le hace la campaña al "sí" a la desconexión mandando a la Guardia Civil. Y todo esto en el mismo escenario donde, en 1992, las naciones del mundo, tras las olimpiadas, empezaron a considera que España no era una rareza. Termino. Como en la película, Mejor imposible (1997), quiero gritar, remedando, en parte, a la novia del personaje trastornado que protagoniza Jack Nicholson: "Quiero un novio normal, que no esté loco". Porque lo que yo quiero es un referéndum pactado y con garantías y no este simulacro tormentoso y censurado, que nos va a volver locos.

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