Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Los hombres 'kung', poca cosa

Hasta hace unos años, se leía más que se escribía, hoy se escribe más que se lee. Sobre todo en las redes

Como me aburren las tertulias monotemáticas de las últimas semanas y los debates entre políticos sonados que repiten machaconamente sus estúpidas jaculatorias con caras de boxeador groggy, me divierto enfrentando inteligencias preclaras de la historia del pensamiento y de la literatura sobre algún tema enjundioso. Hay autores como Balmes que inventaron un tipo de debate bastante cómodo. De él se copian muchos columnistas, comentaristas de las redes y opinantes fanatizados. Balmes, en su libro Cartas a un escéptico en materia de religión, rebate los argumentos del incrédulo con una brillantez y suficiencia extraordinarias. Admirables, si no fuera porque el escéptico no existe y sus argumentos han sido inventados y escritos por el propio Balmes para poder machacarlos mejor. ¡Así cualquiera! Pero esto es muy habitual hoy que las redes permiten comentar rápidamente los post de los demás. Hasta hace unos años, se leía más que se escribía, hoy se escribe más que se lee. Te pueden contestar sin ni siquiera haberse leído lo que has escrito. Y poniendo en tu boca, como hace Balmes, cosas que no has dicho, para rebatirlas a placer y hacerte morder el polvo. Nos vemos aplastados por los diversos argumentarios cerrados y sagrados que circulan y repudiados por lectores que te ponen como a bayeta de cocina de microfibra, si haberse leído lo que escribes, suponiéndolo, más bien. Por eso, aburrido, me deleito con los brillantes argumentos de los clásicos, aunque no esté de acuerdo con ellos. Da gusto leer lo que Montaigne tiene que decir sobre el placer sexual dentro del matrimonio, que ha de ser, según el ensayista, "contenido serio y mezclado de algo de severidad; ha de ser una voluptuosidad algo prudente y concienzuda". Y lo cotejo con los consejos que René D. Louvel (1802-1887) "les da a las mujeres que no cumplen con el débito marital". En su Traité de Chasteté exhorta a las esposas, bajo pena de pecado grave, a que "abran los brazos y den satisfacción plena a los deseos de sus maridos". ¿Qué pensarán las mujeres de las opiniones de estas dos eminencias?, reducidas a la condición de simples objetos de placer. En la tribu 'kung', del desierto de Kalahari, no lo tienen tan claro. "Un hombre no tiene suficientes pensamientos para una mujer", reza uno de sus dichos. O sea, que es poca cosa. ¡Qué palo!

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