Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Era inquietante

La mayoría pide que los políticos cumplan sus promesas, pero muchos rezan para que Trump incumpla las suyas

No creo que el flamante presidente norteamericano Donald Trump reciba el Premio Nobel de la Paz, como se le concedió precipitadamente a su antecesor Barak Obama, basado en sus promesas y su talante renovador de las tradicionales políticas belicistas de casi todos los inquilinos de la Casa Blanca, con el colofón del embustero Bush, formando el 'trío de las Azores', en el que participó el españolito Aznar como timbalero, para embarcarse en la guerra de Iraq, que además de los centenares de miles de víctimas inocentes que causó, dio aliento al terrorismo internacional del llamado Estado Islámico, que sustituyó al de los talibanes de Ben Laden. No todas las promesas electorales de Obama se han cumplido. El problema está en que la mayoría pide que los políticos cumplan sus promesas, pero se da la paradoja, hoy, de que muchos rezan -aunque sea a los dioses de la razón y la humanidad- para que Trump no cumpla las efectuadas durante su campaña chulesca, más propia de un matón barriobajero o de un millonario caprichoso y mal educado, que del aspirante a la presidencia de la primera potencia del mundo.

A Trump habrá que darle el plazo de cortesía para conocer, sobre hechos, las claves de su política, con la esperanza -quizá vana- de que sus acciones tengan poco que ver con sus proclamaciones, no ya las proteccionistas económicamente, sino en lo que atañe a la dignidad de otros países, grupos sociales y colectivos que podrían verse afectados por las amenazas de un multimillonario, con rasgos racistas y xenófobos, que se ha rodeado de millonarios y gentes con antecedentes muy cercanos a esa ideología.

No sabemos si seguirá insultando a sus vecinos mejicanos, si terminará el muro de la vergüenza -que, además, quiere que paguen ellos-, si seguirá apostando por desmembrar a Europa, estimulando nuevos 'brezits', porque, como comerciante, sabe que no hay mejor política que enflaquecer a los posibles competidores; si desea que Europa siga su ejemplo, apoyando a grupos xenófobos que critican la política sobre migraciones de la señora Merkel que ha sido la primera en tender la mano a los refugiados que huyen de guerras, exterminios y muerte, pero que han encontrado en muchos países europeos no sólo gélidos inviernos, sino corazones helados de dirigentes y grupos sociales y políticos de extrema derecha, que aprovechan su tragedia para auparse al poder en una Europa que puede inclinarse hacia el naufragio moral.

Cuando escribo estas notas desconozco su primer discurso presidencial. Pero con los antecedentes de la difusión de sus ideas y del perfil de su equipo muchos tememos que se abra una Era inquietante para un mundo en crisis, no sólo económica, sino, lo que es más grave, humanitaria, de valores y de libertades.

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