Siempre he pensado que por este tiempo, que ahora atravesamos, de la Semana Santa, las aguas en los mares de la política suelen estar más o menos remansadas. Sin embargo y como no existe regla sin excepción, parece que el partido ganador de las últimas elecciones municipales, el PP, con la ayudita numérica de Ciudadanos -C's- andan, según anuncian, amasando un pan que no es de pasas ni de aceite, sino de censura fermentada para quien, durante este último año, no se ha distinguido por ninguna idea ni acción especial que prometa hacerlo recordado como alcalde de Granada, al menos en un futuro casi inmediato y mucho menos lejano, porque ya se sabe lo ingrato de la política: la memoria en el vecindario dura, salvo rara excepción, lo que duran cien primeras planas de diario. Luego, el olvido de la mayoría.

A Paco Cuenca le están preparando una gorda, según han anunciado. Lo que sucede es que, para que esta gorda pueda estallar como petardo del Corpus son menester una serie de circunstancias que pasan por la decisión final de un juez respecto del posible -o no- encausamiento de los concejales, antiguos miembros de la Junta de Gobierno Local que presidía el anterior alcalde, por causa de decisiones que pudieron adoptarse en relación con el hoy famoso caso Nazarí. Pero, a poco que la magistratura se pronuncie, no existirá obstáculo político -a simple vista- para que esa anunciada moción de censura se coma de un bocado a quien, después de Antonio Camacho, vendría a convertirse en el segundo alcalde más breve del restablecido sistema democrático de que disfrutamos.

Tanto del Partido Popular como Ciudadanos, aducen para ir haciendo este pastel amargo para Cuenca, que éste, lo más notable que viene haciendo, es no hacer nada, dejar que pase el tiempo -un año pronto- sin que suceda nada en nuestro ayuntamiento. No, está claro, no llega el fluido a las lámparas de las ideas.

Cuenca se queja de que fue el PP el partido que situó a Granada en el mapa de la corrupción. Pero no dice que los que presuntamente pudieron ser responsables de esa circunstancia; si es que realmente sucedió; están instalados en los pasillos de los juzgados y que esos asuntos se están substanciando en ellos. Lo que no dice es que él mismo está también a la espera, en los mismos pasillos judiciales, por haber concedido una contrata para inspeccionar determinados cursos de formación, en beneficio o interés de una empresa privada, obviando y en detrimento de las acciones que debieran llevar a cabo funcionarios de la Junta de Andalucía, ello cuando Cuenca era delegado de la consejería de Innovación en Granada. Por la boca muere el pez, que dice el viejo refrán.

Lo que está claro para muchos es que un gobierno, sustentado por cuatro puntales distintos y distantes, para hurtar la mayoría al que por la mayoría fue votado -el Partido Popular- es algo que; ya se vio en el pasado gobierno 'tripartito' en Granada; gusta muy poco o nada a la mayoría ciudadana, que es la que, de verdad, debería de ser la que pone y quita reyes.

Hasta hoy, ese gobierno municipal forzado, minoritario y frágil, ni tiene programa ni tiene liderazgo alguno. El tiempo pasa, otras ciudades nos pasan -por la derecha y por la izquierda- y Granada, los perplejos granadinos, seguimos a la espera de que suceda algo que de una buena vez proyecte la ciudad al futuro. En todos los órdenes y sentidos. ¿O no?

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