Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Una mani ridícula

Si en marzo el asunto no está resuelto, Susana Díaz y Francisco Cuenca afrontarán una terrible desafección en Granada

La Policía Local contabilizó doce mil asistentes a la manifestación celebrada el pasado domingo en defensa de la sanidad pública. ¡Ridículo! ¡Triste! ¡Penoso! Estos agentes necesitan con urgencia gafas nuevas y dos servicios de Oftalmología completos. O un curso de contabilidad elemental. De lo contrario habría que entender que servidores públicos uniformados y pagados con el dinero de todos prefieren creer las palabras de sus mandos políticos a lo que ven sus propios ojos. O que se empeñan en proporcionar contento a la delegada de Seguridad Ciudadana y al alcalde, cuyo partido, el PSOE, es el mismo que gobierna la Junta de Andalucía, a la que se dirigen las peticiones populares. Los agentes locales detectaron la mitad de personas que los nacionales, que, curiosamente, siempre visualizan la mitad de los manifestantes que sus colegas cuando las protestas se dirigen contra el Gobierno Central. Habrá que atribuirlo a que los guardias tienen distinto patrón pero la misma patrona. O a que la fe es caprichosa y cada cual cree lo que quiere, lo que puede o lo que le imponen. Pero este viejo periodista y el inevitable compañero Ramón Ramos, que alguna reputación y veracidad tiene, vieron transitar a dos tercios de los protestantes a la altura de la Plaza Isabel la Católica, recorrieron después la marcha en sentido contrario y comprobaron que la masa era imponente. También oímos gritos contra la presidenta andaluza, contra Higinio Almagro, el delegado provincial de Salud y ocupante de un cargo público desde los tiempos de Recaredo, y, menos, contra el alcalde, que ha posado en todas las fotos menos en la que más importaba.

Obviando la consideración de si la coincidencia con el puente del 12 de Octubre restó o no afluencia, queda meridianamente claro que esta marea no va a parar por mucho que se manipulen los datos o se trate, como se está haciendo, de descalificar a los manifestantes bautizándolos como candeles o candelitas. Si en marzo, la fecha prometida por la Administración para acabar definitivamente con la fusión, infusión, transfusión o confusión, el asunto no está resuelto, Susana Díaz y Francisco Cuenca afrontarán una terrible desafección en Granada. A partir de ahí empezará la cuenta atrás y quedará como máximo un año para las próximas elecciones locales y autonómicas. Y el coste político aumentará a medida que se acerque la fecha por mucho que la Policía municipal se emplee a fondo en contar cuentos y aplicar descuentos.

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