SON momentos duros, amargos y también felices los que se agolpan apenas unos segundos después del final del encuentro. Son rostros, instantes y recuerdos. Es el tejado del San Francisco (Rafa no lo olvidaremos nunca), son esos viajes incómodos y desagradecidos, esos protagonistas casi olvidados, esas promociones penosas en campos impropios (Enrique, Pablo, Máquina, Alejandro, Jhony, Julio, Juan, Dani...) y esos mezquinos que tanto hicieron por tu final. Esas miradas de desprecio cuando llegabas a cualquier sitio con el nombre del Granada CF por delante. Esas historias contadas en pasado muy lejano, en blanco y negro y siempre con el ya no volverán por delante. Y hay dos personas por las que sentí muy especialmente el ansiado ascenso. Ramón me enseñó a querer y respetar el legado de un club que no conocí, diferente al que encontré. Gracias de corazón. Con Francis me vinculé definitivamente al presente y creí en el futuro. Sobran las palabras porque sabes que no me prodigo en elogios.

El fútbol no entiende de justicia, pero responde a una lógica particular. 35 años es casi la mitad de la historia de este club que ayer comenzó a escribir la segunda parte de su camino. Demasiado tiempo alejado del lugar que le corresponde. Ojalá sirva para aprender de los errores, aunque hoy sólo hay espacio para la alegría y la fiesta merecida de toda la ciudad.

Granada, el fútbol te devolvió en la ingrata Elche, en estadio maldito que siempre tendré en mi memoria, al lugar que mereces. Disfrútalo, aprovéchalo y cuando despiertes de este sueño llamado ascenso piensa en lo mucho que costó llegar. Aprieta los dientes, agárrate con todas tus fueras a la oportunidad y cuando el balón ruede el 21 de agosto te darás cuenta del verdadero valor que tiene lo logrado.

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