la clave

Jaime Vázquez / Allegue

El modelo real

HACE unos días, el monarca alauí, Mohamed VI, anunciaba a sus súbditos que la reforma de la Carta Magna incluía la sustanciosa transformación de su realeza. Entre los cambios que más han destacado las fuentes oficiales está la creación de la figura de un Presidente del Gobierno y la separación de poderes dando lugar a la aparición de una monarquía parlamentaria. Con la reforma de la Constitución, que se hará efectiva a través de un referéndum popular, el monarca dejará de ser sagrado para convertirse en inviolable. Lo cual, desde una visión aséptica, se traduce en una considerable pérdida de autoridad y poder en lo que eficacia orgánica se refiere. A la vez que otorga a la realeza un grado de vulnerabilidad superior que permite a los ciudadanos recordar que la sangre azul de sus herederos es cada vez más parecida a la roja de la plebe, la chusma, el vulgo y el populacho.

Todo parece indicar que la monarquía marroquí pretende emular, de alguna forma, la estructura de las realezas españolas y británicas. Y no es que uno no quiera descubrir sus logros y consecuencias, pero estarán conmigo si les digo que se trata de un paso hacia delante para el país vecino digno de elogio y reconocimiento. Falta por ver cómo va a afectar la Carta Magna reformada a cuestiones candentes como el Sahara y otras historias sin resolver.

Tener como ejemplo de fondo a nuestro país es -debería de ser- motivo de orgullo para nosotros. Sin embargo, los cada vez más abundantes posicionamientos de la Casa Real española, las intervenciones de sus representantes, los enfados del monarca español con los profesionales de la comunicación, la imagen de bonanza de la realeza en los dramáticos tiempos de crisis que viven los súbditos españoles y otras razones que no vienen al caso, hacen que tengamos que advertir a la población alauí -también saharaui- de los riesgos que entraña una monarquía parlamentaria en un sistema democrático. Y, de paso, sugerir a nuestros vecinos que puestos a arreglar la casa, utilicen los mejores productos de limpieza para que la cosa quede limpia, brille y dé esplendor.

Todo parece indicar que la reforma constitucional en Marruecos -que seguirá siendo un estado musulmán- incluye la libertad de conciencia, culto y religión. Algo que de conseguirse, puede convertirse en ejemplar y modélico para el resto de países islámicos que llevan unos cuantos meses de revueltas sin saber cómo poner fin a sus propios enfrentamientos internos. Al final va a resultar que el Marruecos que mira a las monarquías europeas puede convertirse en modelo de otros estados de su hemisferio. Todo sea por convertir a los súbditos en ciudadanos.

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