Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Con muchísimo respeto

Algunas palabras resultan molestas: evento, emplatar, lechos caramelizados... Pero "respeto" resulta sarcástica

Algunas palabras se me atragantan: evento, emplatar, regar con caldos el patiflú de ternera, ilusionante, posicionamiento, apalizar o empoderamiento. Hay otras, como la palabra "respeto", a las que no tengo ningún respeto. La culpa la tiene el haberme iniciado en la lectura muy pronto y el haber dispuesto, primero en Loja y después en el internado, de biblioteca.

En La Municipal de Loja, leí las vidas de santos y de héroes hispanos que tanto me ayudaron a apartarme del buen camino y en la de los dominicos de Almagro, tuve ocasión de leer a los clásicos, primero, como bibliotecario y, después, sentado en una lata vacía de tomates, en los retretes del centro, cuando tuve que dimitir de ese cargo tan adecuado para la forja de un alma, tras cogerme un fraile leyendo los libros prohibidos, los que estaban guardados en armarios bajo llave. El caso es que pronto cayó en mis manos El alcalde de Zalamea de Calderón. Me turbó, a mis once años, la violación de Isabel, la hija de Crespo, el alcalde, por don Álvaro, un capitán real; y me chocó mucho el uso que hace Crespo de la palabra "respeto" en el drama. Un grupo de villanos atrapa al violador y lo lleva ante el acalde; al que don Álvaro exige el respeto debido a un militar, y el padre injuriado ordena a los aldeanos: "Con respeto le llevad / a las casas en efecto / del concejo, y con respeto / un par de grillos le echad […] Y aquí, para entre los dos", dice Crespo en un aparte a don Álvaro, / "si hallo harto paño, en efecto / con muchísimo respeto / os he de ahorcar, (juro a Dios! )". Aunque adolescente, pensé que la horca no era una prueba de respeto.

Hoy sé que era puro sarcasmo. También detecto sarcasmo en las continuas peticiones de respeto que nos hacen religiones, instituciones y agrupaciones de todo tipo. A sarcasmo suena que un juez, un cofrade o un político pidan respeto para sí, para su función o para sus creencias. El juez que retuerce la ley para acusar y encarcelar por delitos improbables a políticos, el político que roba mafiosamente o el cofrade que pasea por las calles sus clónicas y, a veces, blasfemas reproducciones de una divinidad que nunca posó para el artista, cómo pueden pedir respeto para las creencias, para la justicia o para la política. ¡Sarcasmo!

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