LAS EMPINADAS CUESTAS

Amparo Rubiales

La mujer en la universidad

EN este curso 2010-2011 se cumple el centenario del libre acceso de la mujer a la universidad española en igualdad de condiciones con los hombres; hasta la aprobación de la Real Orden de 8 de marzo de 1910 las mujeres no podían acceder a ella libremente, tenían que solicitar un permiso a las autoridades académicas, que sólo les era concedido si los profesores respectivos se comprometían a garantizar "el orden en las aulas a las que asistieran dichas señoritas. Hubo que superar muchos obstáculos; primero, se tuvieron que vestir de hombre, como cuentan que hizo Concepción Arenal, después, asistir con acompañante, sentarse separadas de los alumnos, entrar por una puerta lateral al empezar la clase, con un bedel al lado y cosas por el estilo, y, por supuesto, los títulos que obtenían no las habilitaban para el ejercicio profesional.

Aquella Orden fue posible gracias a que fue nombrada consejera de Instrucción Pública Emilia Pardo Bazán, una gran mujer que hacía décadas que luchaba por la alfabetización y educación de las mujeres; más tarde, otra mujer, Clara Campoamor, pelearía por la consecución del derecho al voto que se lograría en la Constitución de la Segunda República. El sufragismo, recuerdo, nace como un movimiento de agitación internacional en las sociedades industriales, con dos objetivos concretos: el derecho al voto y a los derechos educativos; en alcanzarlos se tardó, aproximadamente, unos 80 años.

Las mujeres, hay que reiterarlo, eran socialmente invisibles, no tenían posibilidad de acceso a la educación y cuando se inicia, muy lentamente, su ingreso en la enseñanza primaria y secundaria sólo se entendía de utilidad en la medida en que ser instruidas era mejor para la educación de los hijos, o para que, en el caso de que tuvieran "la desgracia" de no casarse, se pudieran ganar la vida, como institutrices o, más tarde, como maestras.

En el curso que empieza, la población escolar andaluza se ha incrementado en 45.635 alumnos y alumnas, el 79% en centros públicos, y las mujeres somos mayoritarias hasta en las universidades; esta efeméride sirve, una vez más, para poner de relieve que todo nos ha costado más y que las empinadas cuestas, a pesar de lo logros alcanzados, siguen existiendo todavía, incluso en la universidad. Las mujeres son más del 60% del alumnado, obtienen más becas y ganan más plazas en las oposiciones, pero tienen menos promoción interna; un ejemplo, sólo el 25% son profesoras, y aún menos, el 14 %, catedráticas. Tenemos que celebrar lo conseguido, pero no podemos parar. Hay 47 víctimas del terrorismo machista y la educación en igualdad tiene que ver con ello.

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