El patio político

Guillermo Ortega

Todo el mundo a su rollo

LOS indignados ya son parte del paisaje en la Plaza del Carmen. Ahí siguen con todos sus avíos, cada vez más desatendidos por el mundo en general, convirtiéndose (supongo que a su pesar) en un atractivo turístico para los guiris que pasan por allí y ejerciendo una democracia participativa que no les reporta más beneficios que su propia satisfacción.

Los políticos, que dicen compartir su cabreo, van también a lo suyo. El PSOE me recuerda a ese tipo que mientras fue millonario tuvo amigos a montones y ahora va quedándose cada vez más solo porque ya no tiene para invitarles a copas. Ese pacto con una fuerza minoritaria que hace unos años se cerraba después de sentarse a hablar un ratito, se ha convertido en una cuesta arriba empinadísima, porque a los que antes querían estar a su lado les da ahora por poner todo tipo de condiciones. Es lo que tiene no mandar en la provincia.

En cambio al PP, que tiene cara de nuevo rico, le llueven los colegas, que el único reparo que llevan a la mesa de negociación no es la diferencia ideológica, como cabría esperar, sino la duda de si esa alianza le dará luego frutos en las urnas o si el pez grande se quedará con todo el mérito.

Y qué decir de la prensa. Aquí seguimos a nuestra bola también, dando, en el terreno de lo político, más especulación que noticia confirmada, por la sencilla razón de que de esto último no hay por ahora. Pero como se supone que todos esos tejemanejes tienen un cierto interés, pues aquí estamos contándolos, y llevándonos por tal atrevimiento algún que otro rapapolvo de lectores enfadados que nos reprochan cosas como que estamos creando "alarma social" (así como suena) en tal o cual municipio.

Y no porque hayamos dicho que de allí procedían los dichosos pepinos contaminados, sino porque publicamos que tal partido estaba dispuesto a unirse con tal otro "y eso es mentira, eso no está contrastado, eso lo tienen que rectificar", como exigió una de las voces discordantes. Esto me llega a pillar más joven y a lo mejor cojo, agarro y hasta me indigno.

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