El novelón del Centro Lorca

Quizá sería menester que alguien, aunque fuese un fiscal valiente, pusiera un cierto y necesario orden

Ahora se cumplen dos años y medio desde que el Centro Cultural Federico García Lorca abría sus puertas, como huevo huero, en la plaza de la Romanilla granadina.

Dos años y medio y la cámara acorazada, destinada a albergar y salvaguardar más de 20.000 objetos relacionados con Federico y algunas otras personalidades de su tiempo, sigue estando vacía, como estaba Yerma.

Se ha reunido la Junta Rectora del Consorcio que lo gobierna en un sin número de ocasiones, las mismas en que la sobrinísima, Laura García Lorca, ha tomado el pelo a placer a todas las instituciones allí representadas: el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Granada, todos los que, hasta el momento, vienen pasando por el aro circense a través del que saltan como fierecillas a golpe de látigo lauretiano. Fueron esas mismas instituciones que pusieron dinero hasta completar -junto a otro gobierno de Europa, pero no de la Unión- los más de 22 millones de dólares, que puede haber costado la realización de este proyecto para perpetuar la memoria de Federico García Lorca, asesinado -con vileza y con oprobio- en una madrugada aciaga del mes de agosto, en 1936.

Laura ha puesto firmes a todas las instituciones mencionadas, no sabemos bajo qué amenaza o advertencia. Lo que sí parece que se va sabiendo es que la Fundación Lorca adquirió los compromisos que fuesen con las administraciones citadas, pudiendo existir, presuntamente, otros anteriores con la Fundación -ex catalana- de La Caixa, que parece a estas alturas ser la que tiene "el rábano cogido por las hojas", razón por la que el dicho banco exige, para empezar -y no terminará ahí, seguro- que su logo aparezca en el edificio cubista, para el que no ha puesto ni el polvo.

Y todo esto adobado con la huida del anterior secretario de la Fundación Lorca; llevándose consigo -le acusan- 2,5 millones de euros de titularidad pública; casi tres millones que ha "justificado" Laura García y que le han aceptado con calzador y trabajadores de la Fundación Lorca de Madrid que sostienen un embargo por débitos salariales de más de doscientos cincuenta mil euros. Todo lo que se va sabiendo hasta ahora, porque esto parece novelón de terror y por entregas…

Quizá sería menester que alguien, aunque fuese un fiscal valiente, pusiera un cierto y necesario orden. ¿O no?

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