EN la política, el observador imparcial siempre tiene la posibilidad de preguntarse qué habría pasado si hubiera ganado otro. Un ejemplo claro es el de las diputaciones: algunos dirigentes del PSOE proponen ahora, de forma más o menos sutil, que lo más adecuado sería suprimirlas para que sus competencias las asumieran las administraciones autonómicas y así ahorrar gastos. ¿Habrían dicho lo mismo si el mapa postelectoral hubiera sido más favorable a sus intereses? O, dándole la vuelta al argumento: ¿el PP andaluz, con Javier Arenas a la cabeza, estaría haciendo esa defensa numantina si no hubiera conseguido por primera vez el control de cinco de las ocho instituciones provinciales, incluida Granada? Porque a lo mejor, y sólo a lo mejor, en ese caso podrían ser ellos los que abogaran por recortar gastos de esa manera, lo que a buen seguro llevaría a los socialistas a defender su continuidad... Pero todo esto es sólo una suposición, claro.

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