Señales de humo

José Ignacio Lapido

Lo peor

SE suelen hacer varias frases hechas con el título de esta columna: "ponte en lo peor"; "de lo malo, lo peor" o "lo peor está por venir". Todas ellas, con su carga de oscuras advertencias, pueden leerse estos días en la prensa. Los expertos en economía -siempre hay expertos dispuestos a detectar una crisis toro pasado- emplean sin recato todos los superlativos de malo para describir la situación

Estos son algunos de los titulares que aparecían ayer mismo en diversos medios: "Ya son diez las constructoras e inmobiliarias que han solicitado suspensión de pagos en los últimos meses"; "La venta de coches sufre la mayor caída desde 1993"; "España, el país europeo donde más subió el paro"; "La deuda exterior de España supone ya el 150% del PIB"; "La recesión elevará el paro hasta el 10%"; "El Banco de España prevé la desaparición del superávit fiscal el próximo año". Para qué seguir. Si a esto le añadimos la subida incesante del euribor y del IPC, no me queda más remedio que entonar otra frase hecha con las mismas palabras: me temo lo peor.

Hay quien dice que el pesimismo es de derechas, y lo contrario, el optimismo, de izquierdas. Puede que esto sea así y me pase lo que a Pío Cabanillas, que ya no sé si soy de los nuestros, porque el caso es que lo veo todo muy negro.

Los políticos, que no tienen reparos en disponer de consultorías externas y asesoramientos absurdos hasta para tomar la más nimia de las decisiones, harían bien en contar con los consejos de un pesimista. Un pesimista profesional que pusiera objeciones a los panoramas idílicos que nos suelen describir en las campañas electorales. Un pesimista, o sea, un optimista bien informado, que impidiera con sus recomendaciones que al final, como pasa siempre, las consecuencias de la especulación salvaje habida años atrás las acabe pagando el ciudadano.

Porque las crisis, antes de sufrirlas, hay que imaginárselas. Preverlas. Y eso sólo lo puede hacer un ministro de Economía o un artista. Yo proyecto mentalmente la crisis perfecta y me sale un cuadro de El Bosco, pero con aviones, pozos de petróleo y ordenadores, Cobradores del frac por las calles y morosos huyendo a la carrera. Rodrigo Rato ha comparado la actual crisis con la de 1930. Recordemos que el crack bursátil del 29 provocó una oleada de suicidios. Pasear por Nueva York se convirtió en una actividad de riesgo. Te podía caer encima un inversor arruinado.

Por eso, en estos momentos de confusión en los que no sabemos si el futuro nos agarrará del cuello y nos sacará hasta el último euro, nada mejor que un pesimista cerca del que ostenta el poder. Para que no nos caiga el muerto encima.

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