Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Sin piedad

El alcalde se está revelando como un señor tan fuerte con los débiles como débil con los fuertes

Iba a celebrar hoy la iniciativa municipal que permitirá limitar las terrazas y que los granadinos disfruten al menos del cuarto y mitad de las calles, las plazas y los bancos (los de sentarse) que en otro tiempo fueron públicos cuando descubro aterrorizado en el periódico que Cuenca tiene un plan. El alcalde alegre y olé ha decidido arruinar a un buen número de ciudadanos para salvar el Ayuntamiento, está dispuesto a heredar la revisión catastral del anterior equipo de gobierno y aplicar la política de saneamiento del PP en nombre del socialismo. La propuesta consiste en subir el 4% del Impuesto de Bienes Inmuebles durante tres años y retirar la bonificación del 5% por domiciliación del recibo, lo que supone un crecimiento del 17% en 2020. Ha puesto el acento en el aumento de los ingresos en vez de en la reducción del gasto, algo propio de gente absolutamente ajena a la realidad social actual, con escasa empatía con el sufrimiento ajeno o con menos luces que un barco pirata (políticamente hablando, claro).

La finalidad del IBI consiste en costear los servicios prestados por el Ayuntamiento, y no en arrojar sobre las espaldas de los vecinos la carga provocada por la estulticia o la corrupción (si es que la hay y se demuestra) de los dirigentes públicos. Eso, lo primero. Lo segundo: son miles los granadinos que han llegado al límite de sus fuerzas y no podrán afrontar otro aumento, y brutal, de los impuestos. A los trabajadores mal pagados hay que sumar muchísimos miembros de las clases medias empobrecidos por la crisis y el saqueo, personas que perdieron su empleo y que no poseen otro bien que un domicilio decente en el que invirtieron lo conseguido durante décadas de esfuerzo. ¿Qué harán? ¿Vender la casa para pagar el IBI? Y lo tercero. El IBI se disparó con la burbuja inmobiliaria, se multiplicó tan artificialmente como el precio de las viviendas; pero cuando las viviendas se depreciaron y su valor cayó hasta casi la mitad, el Ayuntamiento mantuvo la carga impositiva que ahora pretende desaforar de nuevo. Se mire como se mire, supone un abuso y un auténtico despropósito. El alcalde, en el que tantas esperanzas se depositaron, se está revelando como un señor tan fuerte con los débiles como débil con los fuertes. Eso sí, dentro de unos años, cuando esta sea ya la ciudad desencantada de Cuenca, se entretendrá visionando su maravilloso álbum de recuerdos. Ayer, en la fotografía con la poeta Ida Vitale que ocupaba la portada del periódico, estaba guapo, guapo, guapo.

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