La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Mi querida España

Escribo huérfano de aquellos partidos que un día fueron garantía de lucha por la libertad y la justicia. Harto, cansado, triste

Escribo con relativa serenidad este 12 de octubre, día de la Hispanidad, conmemoración del inicio del mayor genocidio conocido por la historia, o uno de los más grandes si no olvidamos el de los judíos, kurdos, armenios, palestinos, saharauis, rifeños o de los más cercanos moriscos granadinos a manos de nuestro bien amado Felipe II.

Escribo, ya os digo, con relativa serenidad después de leer algunos recortes de prensa de hoy en los que los cachorros del PP vuelven a sembrar de violencia las calles de Barcelona, envueltos en sus banderas, y nunca mejor dicho lo de que son de ellos y a ellos representan. Escribo después de haberlos visto hace unos días en Valencia y comprobar la efectividad de la policía en manos de Zoido, y escribo después de constatar que este gobierno sólo es maestro en la violencia; la de la porra, la del fiscal, la del chantaje económico, la de los medios de comunicación plegados a su mandato experto en la amenaza, en la mentira, en el cinismo y en la intransigencia.

Escribo con toda la serenidad que me concede el no haberme asomado a las pantallas de las televisiones para ver el gran desfile militar que celebra la unidad de España, de esta España cada día más rota en mil pedazos de rabia ante tanta soberbia fanfarrona de este gobierno y de otros que hubo antes.

Escribo después de ver a Pedro Sánchez, ya en absoluta consonancia con Susana Díaz, anunciar que se ha puesto de acuerdo con Rajoy para reformar la Constitución y descubrir que ni siquiera tengo ánimo para soltar la carcajada por semejante anuncio o el desprecio por tanta demagogia.

Escribo harto de Susana Díaz y del alcalde de esta ciudad que inaugura hasta cubos de basura y contento porque vendrán tres mil millones de turistas este puente sin enterarse de que no gobierna para los que pasan tres días en la ciudad sino para los que vivimos en ella todo el año.

Escribo, con toda la serenidad que puedo permitirme después de leer que cuatro compañeros de este periódico donde llevo ya tantos años, se han ido a la calle y escribo con la duda de si seguirá habiendo prensa escrita dentro de unos meses.

Escribo huérfano de aquellos medios que un día fueron referentes de libertad e independencia, escribo huérfano de aquellos partidos que un día fueron garantía de lucha por la libertad y la justicia, escribo harto, cansado, aburrido, triste.

Escribo sereno pero desesperanzado y, aunque aún tengo palabras y frases y hasta algunas ideas que pudieran ser de utilidad, escribo sin saber para qué escribo.

Escribo convencido ya de que todo es inútil. De que nada tiene solución, de que lo hicimos mal y de que nada sirve quejarse por lo que ya está hecho.

Escribo, en fin, para deciros, que ya no escribiré más por algún tiempo. Que estoy cansado y que me voy. Espero no haberos molestado demasiado con mis columnas. No las hice con mala intención. Nos vemos.

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