Había que estar en la procesión del Corpus y casi todos cumplieron con tan señalada fecha, pese a que el calor sofocante hizo de la espera algo muy parecido a una hazaña. Quien pudo echó mano de abanicos y sombreros. Otros, convenientemente protegidos por mamá o papá, aguantaron la espera a salvo de los rayos del sol cubiertos, a modo de improvisada sábana, por las páginas de un periódico. Eso sí, ni las altas temperaturas registradas ni el bullicio propio de la procesión que transcurrió en la manaña de ayer por el centro de Granada impideron que la niña de la imagen echara un sueñecito reparador.

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