La selva oscura

En esta selva oscura, ay, uno sabe cuándo entra, pero no su profundidad ni los peligros que alberga

Cada vez parece más obvio que el separatismo no es un fin, sino un camino, una vía, un divertimento ("A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba", escribe Dante al comienzo de su Divina Comedia), de ahí que ahora propongan a don Jordi Sànchez como candidato a presidir la Generalitat, precisamente porque don Jordi, al igual que don Oriol Junqueras, no se halla en las mejores condiciones para presidirla. Esta proposición, no obstante, ofrece algunos interrogantes de cierta relevancia doméstica: ¿hasta cuándo van a actuar los protagonistas del procés como si no hubiese ocurrido nada? ¿En qué momento se decidirán a formar algún tipo de Gobierno? Y vuelta ya la mirada al propio vientre del separatismo: ¿por qué promocionar a un Jordi y relegar a otro, cuando la bicefalia, cuando la duplicación de funciones, ha sido la fórmula más usada por el cantonalismo acéfalo catalán?

Esta costosísima forma de entretenimiento se puede aplicar también a doña Ada Colau, que ha escogido ser, a un tiempo, alcaldesa, opositora y vanguardia callejera contra la injusticia. Su última manifestación ha sido recordarle al Rey que la policía hace pupa. También conocemos la respuesta real: "Yo estoy aquí para defender la Constitución y el Estatuto de Cataluña". De modo que cada cual siguió a lo suyo, el Rey promocionando Barcelona y la alcaldesa mostrando su desdén, su abulia y su aburrimiento, porque defender la ley, ya lo hemos visto con el señor Torrent y otros héroes del irredentismo, es tremendamente aburrido. Hasta cuándo seguirán jugando a este aventurerismo inocuo, con cargo al erario público, es algo que, tarde o temprano, tendrá que decidir el electorado catalán. Y tendrá que decidirlo, no tanto porque la situación actual conduzca a unas nuevas elecciones, sino porque el plan del separatismo, extinguido su primer impulso heroico y levantisco, no es otro que prolongar esta gloriosa jornada de vísperas hasta que llegue la hora de jubilarse.

Incluso el señor Corbyn, tan poco inclinado a una visión de izquierdas, ha comprendido que el Brexit no es una buena idea. Nuestra juventud más idealista, sin embargo, se debate entre el acercamiento de presos y las recriminaciones al Gobierno por este asunto del putsch xenófobo. En esta selva oscura, ay, uno sabe cuándo entra, pero no su profundidad ni los peligros que alberga. Claro que Dante, al menos, contaba con la noble sombra de Virgilio. Nosotros habremos de conformarnos con Marta Sánchez.

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