Editorial

Dos tareas urgentes para Zapatero

INVESTIDO presidente del Gobierno con el exclusivo apoyo de los diputados de su propio grupo, José Luis Rodríguez Zapatero afronta su segunda legislatura conforme a sus deseos: sin hipotecas nacionalistas que a priori condicionen aspectos sustanciales de su política y confiando en que el nuevo portavoz socialista, José Antonio Alonso, demuestre la suficiente mano izquierda como para lograr acuerdos puntuales que permitan al Ejecutivo llevar a cabo su programa. Al frente del Gobierno que tiene previsto anunciar hoy, José Luis Rodríguez Zapatero se enfrenta a dos prioridades que no admiten demora y que van a servir para medir su talla política: la primera y más urgente es arbitrar medidas eficaces para luchar contra una crisis económica que parece instalada en nuestro país y que por los diversos datos que se van conociendo -el último, el hecho público ayer sobre el 4,5% de la inflación interanual- es de una profundidad notable. La segunda tarea que debe afrontar Rodríguez Zapatero de manera decidida es la recomposición de los consensos en temas de Estado, que saltaron hechos añicos durante la pasada legislatura, en especial el tratamiento de la lucha antiterrorista como una política de Estado que queda, por su propia naturaleza, fuera del juego político. Estos dos aspectos van a determinar si, como parece desprenderse del tono empleado durante el debate de investidura, la legislatura que ahora empieza va a dejar definitivamente atrás la crispación inútil que caracterizó la anterior. Pero no sólo es Rodríguez Zapatero quien tiene por delante el reto de evidenciar que es un político de Estado. También el responsable del primer partido de la oposición, Mariano Rajoy, está obligado a demostrar que saber ver más allá de los intereses partidistas a corto plazo y que hay problemas graves que sólo se pueden solucionar con el concurso de las principales fuerzas parlamentarias. La situación económica, y también la política, requieren que en los próximos tiempos se demuestre altura de miras y sentido común. El tiempo empieza a contar a partir de hoy.

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