La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La tentación del chamán

No son cosas de analfabetos y de pueblos. Creemos en lo que 'queremos'; demostramos lo que queremos demostrar

Para la chica de Nepal que murió hace una semana no fue ninguna metáfora. Le mordió una serpiente cuando estaba aislada en una cabaña -porque tenía la regla, porque era impura- y sus padres llamaron al chamán. Sobrevivió siete horas. Ni el curandero ni los médicos pudieron salvarla; el hospital al que al final la llevaron tampoco disponía del antídoto. Tenía 18 años. Vivía en una zona rural donde casi la mitad de la población sigue el chaupadi, una costumbre ligada al hinduismo que recluye a las mujeres durante la menstruación y después de dar a luz. Las echan de sus propias casas. No pueden tocar alimentos, animales ni a otras personas.

En Andalucía no llegamos al extremo inhumano del chaupadi pero no somos ajenos a la superstición, a esas creencias que se asientan como verdades intocables del saber popular y que protegemos de generación en generación. Cualquiera que haya ido a una matanza sabrá que "se echa a perder" si entre las mujeres que hacen las morcillas y el chorizo hay alguna que tenga la regla. Si no se acercan; mejor. Y está más que comprobado que el periodo es la principal explicación de por qué se corta la mayonesa…

La llegada del verano no es sólo sinónimo de incendios y de olas de calor; la fiebre por las dietas y las locuras alimenticias compiten con exóticos tratamientos estéticos (entre pepinos y tomates anda el juego), peligrosas pócimas para acelerar el bronceado (¿conocen el truco del aceite y el vinagre? y castigos deportivos infernales con resultados más que engañosos. Lo realmente preocupante es la pátina de sofisticación con que caemos en las trampas de las modas y el ingente desembolso de dinero que nos cuestan los nuevos chamanes. Los que se esconden entre palabras pseudocientíficas y se envuelven en la últimas tecnologías. Es, por supuesto, un negocio. Y no basta agradecer los servicios con la 'voluntad'.

¿Siempre pensó que era malo tomar mucho café? Pues resulta que no. Ya tenemos un estudio científico que lo demuestra: tres tazas al día reducen el riesgo de mortalidad prematura un 8% en las mujeres y un 18% en hombres. En su día ya conseguimos que nos dijeran que tomar chocolate (negro) es bueno y no engorda (tiene efecto euforizante, combate la depresión y la fatiga, estimula la actividad cerebral y ayuda a frenar el envejecimiento celular), que una copita de vino tinto (con moderación) tiene beneficios cardiovasculares y cognitivos y hasta la cerveza tiene ya su propio corpus científico avalando su consumo (responsable). Por el alto contenido en flavonoides y antioxidantes de la cebada, porque disminuye el estrés, porque ayuda a dormir, porque mejora la digestión y la memoria… Y, ¡claro!, porque está buena y refresca. Porque, con los 45,5 grados que hemos rebasado esta semana en Granada alcanzando la temperatura más alta del país, son pocas las motivaciones emocionales y médicas a las que hay que recurrir para refugiarse en una cerveza bien fría.

No voy a poner en cuestión el rigor de los estudios nutricionales; al contrario, estoy convencida de que es positivo que desde la ciencia se avance desmontando mitos y supersticiones. Sin excepción. Pero siempre me ha resultado extremadamente sospechoso que nos centremos en hacer investigaciones de lo que nos interesa, de lo que nos gusta. ¿No creen que si nos ponemos a demostrar que el café, el chocolate o el vino son malos para la salud encontraríamos mil y una razones? Pero eso no vende. Ni en el sentido estricto del negocio ni en el sentido popular. Podríamos encontrar más de un motivo para desprestigiar al chamán pero eso nos produciría un conflicto y una renuncia; empequeñecería el margen de las expectativas, de la incertidumbre y hasta de la esperanza. Creemos en lo que queremos. Es la tentación de chamán; la prudencia de no pasar por debajo de una escalera; la ilusión de hallar una moneda y guardarla en el zapato.

No pensemos que son cosas de analfabetos, de pueblos y de costumbres. Miren a los catalanes en su huida independentista, a los ingleses con su Brexit, a la Venezuela de Maduro, a los Estados Unidos de Trump… ¿No ven detrás al chamán?

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