Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Las titas de mi recibidor

No llevamos tantos años sin una guerra civil como para meternos en otra. Las transiciones no son fáciles

Cómo nos traiciona la memoria! En el número 128 del Boletín Municipal de la Rambla (Córdoba), de agosto de este año, aparece un artículo de título exótico, para lo que se lleva hoy: "1977-2017. Cuarenta años de la legalización del Partido Comunista". Minucioso y muy bien documentado, los redactores, pertenecientes a la Agrupación Dolores Ibarruri de La Rambla, arrancan con estas palabras: "El 19 de abril de 1977, los informativos de TVE y todas las emisoras de radio, abrían sus ediciones con la frase que al día siguiente sería portada de todos los periódicos: El PCE, legalizado". Cierto, incuestionable. Así pasó. También informan de que a los largo del año 1975 un grupo de profesores -citan a Juan Antonio Quevedo, María Victoria Prieto y Fernando Benito- practicaban en el instituto del pueblo "una enseñanza más abierta, despertando el espíritu crítico y recomendando lecturas que abrieron la mente de todo el alumnado". Cierto, doy fe, como marido de Mª Victoria Prieto y vecino durante siete años de La Rambla, de que la labor de esos profesores, a los que todavía recuerdan con agradecimiento y cariño, ayudó a aquella Transición (la de la esperanza). Que todos nosotros fuimos o "compañeros de viaje" del poderoso y perseguido PCE de la Campiña o fundadores del inexistente PSOE, nadie lo negará. De ello queda constancia en el artículo: "La captación de militantes era cada vez más intensa -se refieren los redactores al año 1976- y cada día había alguna persona que quería entrar en el Partido. Pero, aunque todas las incorporaciones eran importantes, hubo una que destacó por encima de las demás. Durante muchos meses, los dirigentes locales estaban en pugna con la dirección del PSOE, las dos direcciones intentaban convencer a una persona de que militara en su partido. Al final, se decidió por entrar en el PCE. Era María Victoria Prieto, directora del instituto, su compromiso durante los meses siguientes fue un ejemplo para todos". Así lo percibieron ellos y así lo cuentan. Sólo un olvido leve, ni siquiera una traición de la memoria. Informan los redactores de que muchas reuniones del PCE se celebraban en casa de María Victoria, "a las que asistía también su marido". Es verdad. Pero una foto que acabo de encontrar, desmiente lo que dicen a continuación: "Recuerda Juan José", un camarada, " cómo a la entrada del piso había un cartel con una Señera". Incierto, a la entrada del piso lo que había era un cuadro de Corredor, el creedor de la estatua 'El Caminante' de la Fuente de las Batallas, a la sazón profesor del instituto del pueblo, en el que podían verse dos señoras ("Las Titas", las llamaban mis hijos), tristes y desmaídas, con un tazón y una jarra de la alfarería rambleña en las manos. A los que dicen que aquella transición no sirvió para nada, les recomiendo que lean el artículo. Miles de personas humilladas, vencidas, se pusieron de pie y comenzaron a caminar, orgullosas de su historia, de sus muertos, de su resistencia. Y los "compañeros de viaje" de aquel periodo, de vidas grises y funcionariales, hemos vivido muchos años cómodamente reclinados en una supuesta heroicidad.

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