Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Otra vez, obras

Los políticos y gran parte de nuestros compatriotas, creen que las infraestructuras crean riqueza

El gobierno anuncia un Plan Extraordinario de Inversión en Carreteras al que va a dedicar 5.000 millones de euros. Y explican que este será, sólo, el primer eslabón de un amplio programa que continuará con las infraestructuras hidráulicas y el AVE. ¿El AVE? Supongo que el de Granada será el eslabón perdido de esa cadena que va a sembrar España de vías y autovías del mismo modo que el Plan E de Zapatero sembró las ciudades de rotondas, las rotondas de florecillas y las cuentas públicas de déficit.

Parece ser que este Plan es algo más sensato y recurre a una idea extendida por Europa que es la de colaboración público-privada. En este caso, el estado paga cuando la infraestructura está en funcionamiento y es la empresa adjudicataria quien adelanta el dinero, esta vez, financiada por el BEI. A cambio, obtiene su mantenimiento durante treinta años. Pero sea como fuere, lo cierto es que desde que Fernández de la Mora definiera al franquismo como un Estado de Obras, no hay un gobierno español que no apueste por hacer carreteras aunque no lleven a ninguna parte. Los políticos españoles y gran parte de nuestros compatriotas, creen que las infraestructuras crean riqueza. Por tanto, hay que construirlas. Todas. El razonamiento es tan pobre como el del jugador de lotería que compra un décimo seguro de ganar el premio pero olvida que a la mayoría de los números sólo les toca perder. Basta ver el culebrón de las radiales madrileñas y el dineral que acabará costando su rescate como para que alguien venga a contarnos que toda autopista crea riqueza. La realidad económica es la contraria, es la actividad mercantil la que genera necesidad de infraestructuras. Prueben, si no, a hacer una autopista o un aeropuerto en el Polo Norte. Y a ver qué tal.

El otro argumento estrella es la creación de empleo. Pero nada de valor añadido. Mano de obra intensiva y poco más. Así que todo esto me recuerda aquella anécdota de Friedman cuando en un viaje a la India vio a miles de obreros trabajando en una carretera y utilizando picos y palas en lugar de maquinaria. Al preguntar a los responsables políticos le contestaron que con equipos modernos, bastaban pocos obreros y así, mantenían un alto nivel de empleo en el sector de la construcción. Entonces, -contestó el Nobel de Economía- en lugar de palas, ¿por qué no les dan cucharillas de café? Crearían mucho más empleo. Pues eso, que otra vez obras.

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