bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

La vida mancha

POR ahora, nada de independencia, voy a seguir siendo español, si me dejan los españolistas, y no pienso dedicar ni un segundo a averiguar si soy más, menos o igual que nadie. No me hace falta. Ya sé que soy -como todos- un ser único (aunque de poca calidad y en el que no se puede confiar demasiado) y con bastante suerte porque hasta ahora he podido comer todos los días, lavarme, hablar con amigos y disputar con enemigos, sin recibir más heridas que las del amor y las de la vida. Yo soy de Cenes de la Vega, que no es mi pueblo, pero sí donde tuve mi primera vespa, y del castellano, mi lengua. Por otra parte, de siempre he simpatizado con algunos vascos, sin importarme que fueran independentistas, al fin y al cabo comparten conmigo, y con los balineses, más genes que con la mosca del vinagre. Incluso me llevo bien con algunos ceneros. Y desde luego si me preguntan, votaré en contra de que la Real, si se independiza Euskadi, juegue en la misma liga que el Cenes C.F. o el Madrid.

De ahí que no le vea nada más que ventajas a que la alcaldía de San Sebastián sea de Bildu. Tener a alguien fuera del sistema, aparte de lo llorón que se pone y de lo irresponsable que se vuelve, concede a las ideas del excluido un aura de pureza no testada. Semejante a la de los zapatos que luce en el catafalco un papa difunto que, como no han sido usados nunca, mantienen las suelas con la orgullosa y agresiva limpieza del cuero nuevo. Hace años, un concejal de IU entró en el gobierno municipal granadino de mayoría socialista y le encargaron la gestión de la limpieza de las calles. El hombre, agnóstico confeso, terminó sabiendo lo que costaba limpiar de cera cada metro cuadrado de calle, tras las procesiones. Concienzudo como era, limpió completamente las aceras y le ahorró al Ayuntamiento las querellas de los ciudadanos que resbalaban, y se partían una pierna, después del paso de la Patrona. A partir de ahora, los concejales de Bildu van a tener que limpiar las calles, desatascar las alcantarillas y mandar a los municipales a desalojar a porrazos a los del 15M. Porrazos socialistas e independentistas, pero porrazos, al fin. Así debe ser, porque los españolistas todavía no nos han explicado cómo pensaban mantener 4 años más, encerrados en la explosiva olla del silencio, a los 300.000 simpatizantes de Bildu. El sistema -más inteligente- ha sumergido a Bildu en las aguas turbias de la vida para que le caiga alguna mancha en la camisa. Ojalá que la retirada de las medidas de seguridad en los ayuntamientos de Bildu no propicie que esa primera mancha sea de color rojo.

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