Paso de cebra

José Carlos Rosales

Todo volverá al principio

APURAMOS la pasta de dientes cuando el tubo está casi agotado, entonces nos basta con un poco, una mínima parte; y lo que ya no tenía posibilidades de durar sigue dándonos migajas, unas gotas exiguas, un minúsculo resto, parece que todo dura más cuando se está acabando. Y cada noche seguimos apretando el tubo de la pasta de dientes porque se nos volvió a olvidar ponerlo en la lista de la compra. Y el tubo está arrugado, doblado y roto, pero todavía sigue dándonos un poco de pasta, cada vez menos: nos vamos conformando, así son las cosas, y pensamos "mañana sin falta compraré otro tubo".

Este año se acaba y el lunes por la noche, cuando suenen las doce campanadas, empezará otro año. Son fechas arbitrarias, simbólicas, el tiempo es circular y el final del año podría estar situado en agosto o en junio, pero está situado en el mes de diciembre, una manía como otra cualquiera. El año escolar acaba, por ejemplo, en junio. O en septiembre, si te quedó alguna asignatura suspensa. Y el año judicial empieza en octubre. Y el año agrícola empieza o acaba cuando lo deciden las lluvias o los vientos, a veces (según los cultivos) un año natural trae en su interior dos años agrícolas. He leído que hay planetas donde un año puede durar diez o doce años terrestres: en esos planetas los niños son mayores de edad al cumplir año y medio. Allí, cuando cumples diez años te puedes jubilar y nadie celebra centenarios porque, cuando llega el primer centenario de lo que sea, la gente ha perdido la cuenta y los homenajes más solemnes te los hacen a los dos meses de morirte. Son maneras distintas de entender el tiempo. Aunque, según me contaron en el Parque de las Ciencias, no todo es tan arbitrario, parece ser que un año es el tiempo que tarda un planeta en dar la vuelta alrededor del sol y que unos planetas tardan más que otros.

Así que el fin de año debe ser el momento en el que empezamos a dar otra vuelta alrededor de lo mismo. Qué raro es eso de pensar que siempre estamos dando vueltas alrededor del mismo asunto. Hablemos de lo que hablemos, siempre estamos hablando de lo mismo. Sólo los políticos y los vendedores de automóviles parecen no haberse dado cuenta. Todo es nuevo para ellos. Están empeñados, con sus estadísticas y sondeos, en descubrirnos cada día las maravillas del agua tibia.

El año se acaba y apuramos sus últimos días como el que apura los residuos de un tubo de pasta de los dientes. Mañana compraremos otro tubo. Y hasta que no esté a punto de acabarse, no pensaremos que se acaba. Entonces diremos como ahora: ¡Feliz año nuevo! Y todo volverá al principio.

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