Cámara subjetiva

Ángeles Mora

El voto útil y otros pesares

LAS urnas han hablado. Ahora hay que saber escuchar. Una de las cosas que las urnas han dicho es que España está fraccionada en dos mitades. Basta con mirar en el mapa electoral la mancha azul y la mancha roja, esos dos colores simbólicos, aunque no se sabe muy bien ya lo que simbolizan. El bipartidismo ha logrado imponerse y no me parece lo más deseable. Que los votantes se hayan visto obligados a optar, casi exclusivamente, por uno u otro de los partidos mayoritarios es sin duda consecuencia de estos años de crispación que hemos soportado a duras penas. Que el PP haya querido conseguir por la tremenda lo que, a su parecer, de la misma forma le había sido arrebatado, nos ha llevado a tales extremos. No lo ha conseguido, porque ha quedado claro que los españoles no quieren a un PP tan radicalizado, pero ha enrarecido la situación y ha marcado mucho el voto en este sentido bipartidista.

Porque para que las urnas hayan hablado de este modo, bastantes ciudadanos españoles han tenido que forzar sus voluntades y ofrecer su voto a una opción con la que no contaban en principio. El caso de la derrota de Izquierda Unida es un ejemplo flagrante. Muchos de sus votantes naturales han prestado al PSOE su voto para que sea "útil", o sea, para frenar la avalancha del PP. Y sí, es doblemente útil ese voto dado al PSOE, puesto que los votos que se dan a Izquierda Unida no valen apenas nada. Y esta injusticia está por supuesto en el fondo de este mapa de la España fragmentada, restando posibilidades a una necesaria matización de esos límites en blanco y negro (o rojo y azul, claro).

Así que lo que las urnas han señalado también -y bien claro- es una cuestión que debería sonrojarnos a todos: y es que nuestra tan deseada democracia se apoya en la Ley Electoral más injusta y antidemocrática que se conoce, al menos en nuestro entorno. Una Ley creada con resabios franquistas contra la izquierda. Una Ley que mientras no sea revisada no puede hacer otra cosa que avergonzarnos. Los números son bastante escandalosos y no los voy a repetir aquí. El caso es que la gran mayoría de los votantes de IU no tienen representación en el Parlamento. Y eso es un atropello indudable que desacredita a una democracia.

Que IU está pidiendo a gritos una refundación es evidente. Que sus propios errores le han hecho perder votantes y credibilidad, también. Pero que se la sitúe fuera del juego democrático es verdaderamente una perversión inadmisible en un sistema parlamentario.

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