Una oportunidad para revitalizar el Gobierno

Rajoy necesita refrescar su Gobierno si quiere encarar con posibilidades de éxito la segunda parte de la legislatura

La inminente dimisión de Luis de Guindos como ministro de Economía, una vez despejados todos los obstáculos para convertirse el 1 de junio en el nuevo vicepresidente del Banco Central Europeo, brinda al presidente Rajoy una oportunidad de oro para hacer una remodelación de su Gobierno y así poder encarar con nuevos bríos la complicada segunda mitad de la legislatura. Por el momento, el jefe del Ejecutivo ha preferido ser fiel a su estilo cauto y silencioso, sin aclarar si se limitará a buscar un sustituto a De Guindos o si, por contra, aprovechará la marcha de éste a las instituciones europeas para propiciar una crisis que enderece un rumbo que, en los últimos tiempos, parece perdido. Si opta por el primer camino, el de la simple sustitución de la cartera de Economía, se equivocará irremediablemente. Desde hace ya algún tiempo son muchas las voces que advierten de un agotamiento de las ideas y la capacidad de acción del actual Ejecutivo, un tanto quemado después de crisis como la catalana o incapaz de llegar a acuerdos con un poder legislativo que cada vez le es más hostil y que le tiene paralizados, entre otras cosas, los Presupuestos Generales del Estado.

El país necesita que el Ejecutivo dé un giro radical en su acción política para poder encarar cuestiones urgentes, como la búsqueda y aplicación de soluciones definitivas para el procés catalán, la negociación de una reforma del sistema de financiación autonómica que contente a comunidades que tienen legítimos intereses muy dispares o la reforma de las pensiones para que sean sostenibles en las próximas décadas, entre otros asuntos no menores. Pero, sobre todo, el Gobierno debe acabar de una vez por todas con esa imagen que está transmitiendo a la sociedad de apatía política y de encontrarse a rebufo de los principales problemas de la nación. Para ello, lo aconsejable es hacer una crisis de Gobierno que cambie algunas de las piezas más desgastadas y que aporte nuevas ideas y frescura para acometer con decisión los problemas. La salida de De Guindos del Gobierno, como decíamos, es una oportunidad que no se puede desperdiciar.

Está en manos de Rajoy el intentar encarar la segunda parte de la legislatura con alguna posibilidad de éxito o, sencillamente, mantener contra viento y marea un Ejecutivo que sabe bien que no podrá dar una respuesta satisfactoria a los problemas antes señalados. Éste es el momento, después será demasiado tarde.

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